domingo, enero 15, 2006

La OPA de todas las tormentas y el sillón de Fornesa

El Mundo
Por Jesús Cacho

La politización de la famosa OPA de Gas Natural sobre Endesa alcanzó esta semana su cenit con ocasión de uno de esos desayunos «informativos» que se han puesto de moda en la capital del Reino (algo así como las lentejas de Mona Jiménez del franquismo en versión progre), celebrado el martes en el Hotel Ritz, en el que Rodríguez Zapatero vino a avalar sin tapujos la operación. De modo que ya lo sabe Pizarro: la OPA sale, y es cuestión de tres semanas, mayormente el viernes 3 de febrero, para que el Consejo de Ministros le dé el visto bueno. El presidente del Gobierno tiró para la ocasión del argumento de los campeones nacionales, mito que ignoró cuando, hace justamente un año, la propia Endesa pudo convertirse en todo un campeón europeo de haber triunfado su oferta por Edison, segunda eléctrica italiana, una puja que los gobiernos de Francia e Italia terminaron por repartirse en amable comandita, sin que el español siquiera se enterara.

Por desgracia para Pizarro, que también esta semana ha dejado patidifuso al orbe cristiano al afirmar en Cuatro que él no es del pepé, hace tiempo que la operación se había convertido en la OPA de Zapatero -como el Estatut-, de modo que el Ejecutivo concibe la oferta como un pulso político que tiene que ganar «como sea», algo que se puso de manifiesto en el Ritz (maravilloso el caracoleo del jefe de la Oficina Económica del presidente, Miguel Sebastián, llevando de la mano entre el gentío al empresario modelo Luis del Rivero, pepé murciano pata negra hasta que conectó con las maravillas del nuevo socialismo, -«¿no has podido verle?»-, desesperado, tratando de lograr un encontronazo con la sonrisa de ZP, hasta que al final lo vio, sí señor, el secretario de Estado Sebastián se lo puso a tiro, y el señor de Murcia se fue feliz como un niño con zapatos nuevos, convencido de que esa joven amistad dará tiernos frutos en términos de obra civil, que así son nuestros empresarios, tipos bragados e independientes, acostumbrados a hacer negocios a pecho descubierto, de modo que Del Rivero, corazón mediante, está en la pista de despegue para sustituir a Florentino Pérez -feos comentarios los que se oyen sobre él en el entorno de Moncloa- como el constructor del Régimen.

Lo del Ritz fue una perfecta puesta en escena del totum revolutum que preside la vida española, con el jefe del Ejecutivo inclinando el fiel de la balanza de una compleja operación mercantil en favor de uno de los contendientes, ejemplo de esa peculiar simbiosis española entre política y negocios, que nunca estuvo tan mezclado, tan inextricablemente unido, lo público y lo privado como en la España de Zapatero. Ni una palabra hubo el martes para los accionistas de Endesa, los únicos que realmente tienen vela en este entierro, y que son los llamados a aceptar o rechazar la OPA de marras. Para que ocurra lo primero, la opante deberá mejorar el precio de su oferta y cambiar sensiblemente la estructura de la misma, invirtiendo los términos entre el 65% de pago en papel y el 35% restante en metálico, cosa que GN, y desde luego su primer accionista, Repsol, la mano que mueve los hilos, están preparados para anunciar en cuanto el Consejo de Ministros dé el visto bueno a la operación.

Atención, sin embargo, a Pedro Solbes, no pierdan de vista al vicepresidente y ministro de Economía, cuyo lento resquemor con Zapatero ha ido ganando grados, muy mosqueado porque no se le consulta en asuntos de importancia que caen directamente en su área de influencia, se le ignora, se le ningunea, por lo que no hay que descartar que, francamente enfadado, pueda el buen hombre dar alguna sorpresa al Grupo Caixa en cuanto a las condiciones impuestas a la operación para darla por buena. Nadie se imagina, sin embargo, al señor Solbes convertido en el Capitán Trueno de los consumidores de gas y electricidad de este país, no obstante lo cual en la caja catalana están convencidos de que la operación saldrá infinitamente más cara de lo que en su día habían calculado.

Es el precio a pagar por el error de haber lanzado la operación en el peor momento posible, el instante en que el proyecto de nuevo Estatuto de Cataluña echaba a andar, lo que ha contribuido a politizarla de forma dramática. En la Diagonal siguen jurando a pies juntillas que fue una coincidencia desgraciada, asunto difícil de creer, y echan la culpa al PP por haberse lanzado en vuelo rasante contra la OPA el mismo día de su anuncio, sin esperar explicaciones, y de haberla vinculado directamente al Estatuto. El daño para la institución ya está hecho. Nada será igual en la Caixa d'Estalvis i Pensions de Barcelona tras el episodio de esta OPA, consiga o no Gas Natural zamparse a Endesa.El coste más gravoso, sin embargo, tiene poco que ver con el dinero y sí con el daño provocado en la estructura societaria.Nunca como ahora habían estado las cuadernas de la nave tan sometidas a la violencia de este temporal inmisericorde. Ha ocurrido la tormenta con un capitán en el puente de mando de acrisolada fama en el manejo empresarial, pero muy lejos de los curtidos patrones de altura acostumbrados a la pesca política en los caladeros de Terranova, aguas donde la intriga corta el aire como frío colmillo de tiburón.

El caso es que a Ricardo Fornesa le están intentando mover la silla en Barcelona. Revueltas bajan las aguas por la Diagonal, camino del Poble Nou. Dicen que carece de la cintura política de ese tipo singular que es Vilarasau, de modo que en la propia caja se le acusa de no haber sabido manejar la crisis, de haberse metido de bruces en los bajíos de la política, senda de errores que él mismo inauguró con aquella entrevista concedida al alimón a El País y La Vanguardia, dos medios amigos de la cosa, donde asumió la paternidad de la OPA sin el menor recato, para luego, cuando el daño ya estaba hecho, intentar convencer al respetable de que la operación era cosa de GN y a mí que me registren. No ha sabido, no, aislar a la entidad del clima emocional generado por la pelea política del Estatuto, e incluso es posible que haya contribuido a crispar más las cosas con declaraciones como aquella del «Movimiento Nacional».

Más peligroso que la soterrada crítica interna es el movimiento que parece haberse generado contra su presidencia en áreas del PSC, donde consideran particularmente irritante el episodio de los millones condonados al partido de los socialistas catalanes y la pobre y tardía respuesta de la Caixa a la hora de frenar la agresiva denuncia de la prensa madrileña, particularmente de este periódico, asunto que tanto daño ha hecho a la entidad, porque son multitud los clientes que pagan religiosamente su hipoteca y jamás podrán esperar una medida de gracia como la que ha gozado el ministro Montilla. Los defraudados por Fornesa podrían estar trabajando ya activamente en su relevo y sustitución nada menos que por el socialista Jordi Mercader, el hombre que fuera presidente del INI con Felipe González y en la actualidad es vicepresidente de la propia caja, además de consejero de Repsol y de Colonial, a punto de ocupar la presidencia de Agbar, en sustitución del propio Fornesa. Estaríamos, pues, ante un movimiento contra el presidente de la Caixa auspiciado por el PSC de José Montilla.

De modo que ahí está Fornesa, espadaña sometida a todos los vientos, repudiado por el PSC y mal visto por sus amigos del PP después de haber firmado aquella famosa carta de autoridades en apoyo del Estatuto de Maragall, con 72 años encima y una salud precaria, convertido en el presidente, ironías del ciego y juguetón Destino, de la época más convulsa de la Caixa, precisamente cuando mayor es su poder, convertida en el gran portaaviones empresarial y financiero español, encarando el final de su desolado mandato (marzo de 2007), lo que parece indicar que los movimientos orquestales contra él deberían ganar altura a partir del verano de 2006.En medio, fácil blanco para los francotiradores, Isidro Fainé, un hombre todo diplomacia que se juega su futuro a una carta y que, «si no comete una equivocación grave, normalmente debería ser el sucesor de Fornesa», porque lo contrario sería un terremoto, y la sucesión por Mercader supondría un escándalo de dimensiones inimaginables entre la propia sociedad catalana.

jcacho_elmundo@hotmail.com

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