martes, enero 24, 2006

Sacar a España de sus casillas

Por ANDR�S DE LA OLIVA SANTOS,
Catedr�tico. Universidad Complutense
La tercera. ABC, 23 de enero.

... Sin respaldo popular expreso ni t�cito a lo que se proponen hacer con este pa�s, porque nada de eso fue objeto de la campa�a electoral, van a contradecir la Constituci�n en vigor, con el c�nico a�adido de pretender que la Constituci�n les importa...

PODEMOS encontrarnos en la recta final de una decisi�n de extrema importancia para todos: la aprobaci�n inicial, por buen n�mero de grupos parlamentarios, de un texto de nuevo Estatuto de Catalu�a, que afecta a toda Espa�a. Escribo, pues, a vuela tecla, como quien dice. Procurar� ser esquem�tico, a sabiendas de que, con todo lo que se ha escrito ya, no har� otra cosa que insistir, como muchos otros, hasta el �ltimo momento.

En vista de que, a cuenta del �Estatut�, se han tra�do a colaci�n infinidad de asuntos, me importa dejar sentadas, ante todo, algunas elementalidades. Ah� van:

1�) El d�a 14 de marzo de 2003, el PSOE result� ser el partido m�s votado y el que obtuvo el mayor n�mero de esca�os. Me incluyo entre los innumerables ciudadanos que no encuentran hoy razones para considerar ileg�timo ese triunfo electoral y sus ulteriores consecuencias: formaci�n del Gobierno de la Naci�n (as� se dice, por ahora) y alianzas parlamentarias estables.

2�) En la campa�a electoral previa, los electores no fueron informados del pensamiento jur�dico-pol�tico sobre Espa�a y Catalu�a (m�s Pa�s Vasco, desde luego) del candidato socialista a la Presidencia del Gobierno. Con otras palabras: los electores, en general, no estaban ni ten�an por qu� estar sobre aviso acerca de lo que ahora est� en juego. Es verdad que, en un concreto mitin en tierras catalanas, el se�or Rodr�guez Zapatero prometi� respetar lo que en Catalu�a se aprobase respecto de un nuevo �Estatut� catal�n. Pero ni la generalidad de los ciudadanos tuvo noticia de ese mitin ni la concreta promesa alcanz� rango de programa electoral, desde ning�n punto de vista.

3�) En cuanto al ejercicio del poder, es archicl�sica la distinci�n entre legitimidad �de origen� y legitimidad �de ejercicio�. Qui�rese decir, desde hace siglos, que quien inicialmente gobierna y decide leg�timamente puede, por sus actos y sus omisiones, por su concreto ejercicio del poder, convertirse en gobernante ileg�timo. Se ha repetido en innumerables ocasiones (y, en bastantes de ellas, con fundamento) el reproche de que un Gobierno derivado de la voluntad popular se situaba de espaldas al pueblo e incluso contra su sentir y su querer. Por ejemplo, es a�n muy cercano ese reproche del PSOE y de otros al segundo Gobierno del PP.

Dicho lo anterior, las �ltimas ocurrencias sobre �la cuesti�n del Estatut� merecen an�lisis cr�tico, que resumo en varios puntos:

1�) No es verdad, sino un grueso error, que la aparici�n de Catalu�a como �naci�n� en el Pre�mbulo carezca de relevancia jur�dica. Los pre�mbulos de las leyes tienen que aprobarse y modificarse como leyes y, aunque no sean normativos, toda la doctrina y la jurisprudencia, incluida la del Tribunal Constitucional, considera que el texto de los pre�mbulos es un inexcusable elemento interpretativo de lo que dicen los preceptos, uno a uno y en su conjunto. Y tampoco cabe negar que una menci�n de Catalu�a como �naci�n� en el Pre�mbulo posee importancia en el plano pol�tico-constitucional y en el del Derecho Internacional P�blico.

2�) Si �en t�rminos jur�dicos y constitucionales, la naci�n es Espa�a�, como acaba de reconocer el se�or Rodr�guez Zapatero, no cabe que un nuevo �Estatut� defina Catalu�a como �naci�n�, porque la redacci�n de un nuevo �Estatut� cabalmente ha de hacerse �en t�rminos jur�dicos y constitucionales�, no sentimentales ni l�ricos.

3�) El se�or Rodr�guez Zapatero, en la misma ocasi�n en que reconoce que �en t�rminos jur�dicos... la naci�n es Espa�a�, se atreve a comparar la anunciada contradicci�n entre Catalu�a como �naci�n� (Pre�mbulo del �Estatut�) y la �indisoluble unidad de la Naci�n espa�ola, patria com�n e indivisible de todos los espa�oles� (art. 2 de la Constituci�n Espa�ola), con el hecho de que el Pre�mbulo de la Constituci�n Espa�ola contenga las expresiones �pueblos de Espa�a� y �pueblo espa�ol�.

El actual presidente del Gobierno afirma que �no parece que �sta sea una gran contradicci�n�. Ante todo, es de se�alar que una contradicci�n con la Constituci�n no tiene que ser grande para resultar inaceptable. Pero, sobre todo, sucede que en el uso de las expresiones �pueblos de Espa�a� y �pueblo espa�ol� no hay contradicci�n alguna. Y una de dos: o el se�or Rodr�guez Zapatero carece de cultura general o piensa que los ciudadanos carecen de ella y aceptar�n el falso s�mil que propone.

4�) El se�or Rodr�guez Zapatero persiste en eludir el hecho de que la satisfacci�n del sentimiento de identidad nacional que muchos tengan en Catalu�a no puede lograrse en contradicci�n con lo que sobre identidad nacional afirma la Constituci�n. Y, desde luego, el se�or Rodr�guez Zapatero debiera considerar si una satisfacci�n inconstitucional del �sentimiento catal�n de identidad nacional� debe pagarse al precio a�adido de contrariar el sentimiento de identidad nacional de millones de espa�oles, que es el que se refleja en la Constituci�n.

Por supuesto: es abusiva y mendaz (es mentirosa: no le atribuyo tanta ignorancia al actual presidente del Gobierno) la contraposici�n entre su proyecto de �Estatut� y �el centralismo y la visi�n uniforme de Espa�a�, que �no han hecho m�s que desunir y llevarnos al retraso�. Pese a tantos acostumbramientos, a�n asombra que en el a�o 2006 se puedan proferir frases como �sa, propias de la Espa�a de los a�os cuarenta del siglo pasado. Hoy, �de qu� �centralismo� se habla? �De qu� �visi�n uniforme�? �De qu� �retraso�?

El se�or Rodr�guez Zapatero centra las cosas en �respetar a cada uno� y, acto seguido, sentencia que ��sta es la mejor forma de vivir integrada�. Pues bien: lo que ocurre, a mi entender, es que el actual presidente del Gobierno y quienes le apoyan han decidido prescindir de respetar a la mayor�a y s�lo son capaces de respetar -un respeto que no cuesta mucho- a una minor�a en que ellos se integran. As�, est�n prescindiendo de respetar el sentir del pueblo, como queda probado por su resistencia a consultarle. Sin respaldo popular expreso ni t�cito a lo que se proponen hacer con este pa�s, porque nada de eso fue objeto de la campa�a electoral, van a contradecir la Constituci�n en vigor, con el c�nico a�adido de pretender que la Constituci�n les importa.

El Gobierno del se�or Rodr�guez Zapatero se encuentra a una �nfima distancia de ser ileg�timo. Porque �sa es la distancia, ya apenas apreciable, que le separa de un enorme abuso del poder, de consecuencias verdaderamente indecibles. Y no se diga que poseer una mayor�a parlamentaria es incompatible con tal abuso. Desde que hay parlamentos, la Historia, reciente y lejana, demuestra lo contrario.

A mi entender, fue un gran error meter a Espa�a en la guerra de Irak. Pero el se�or Rodr�guez Zapatero no debiera gobernar por m�s tiempo apoyado en ese y otros errores del se�or Aznar. Meter a Espa�a en una guerra es cosa grave. Sacar a Espa�a de sus casillas es letal. Y, dig�moslo a las claras, ese de la desarticulaci�n de Espa�a (salvo como �mercado�, por supuesto) es el camino que sigue el presidente del Gobierno. Cuando ese presidente afirma, bajo la inane bandera de la �democracia avanzada�, que lo que significan las palabras y los conceptos es algo despreciable, por lo que no vale la pena dar ninguna batalla, es l�gicamente obligado concluir, con serenidad y tristeza, que el Gobierno y sus aliados, al borde de la ilegitimidad, est�n dirigidos por alguien capaz de los mayores dislates y atropellos, puesto que no existe para �l nada cierto ni verdadero, salvo sus prop�sitos.

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