Aleix VIDAL-QUADRAS
LA RAZ�N 23-01-06
Una sociedad dividida por viejos rencores irresponsablemente resucitados, el esp�ritu de la transici�n hecho a�icos.
Escribo esta columna cuando se sabe ya que existe acuerdo entre el Presidente del Gobierno y los nacionalistas catalanes sobre los puntos b�sicos del nuevo Estatuto, pero se ignora cu�les son los t�rminos de dicho pacto. En su larga entrevista de anteayer con Artur Mas, Zapatero, equipado con su oce�nica ignorancia, su sonrisa petrificada y su frivolidad impenitente, decidi� sobre le concepto de Espa�a como Naci�n, sobre la igualdad de erechos entre los espa�oles y sobre la distribuci�n de unos recursos p�blicos que, al habwer sido generados con el esfuerzo de todos, a todos pertenecen y a todos deber�an beneficiar de manera equitativa. Los votantes en el uso de su facultad indiscutible, tuvieron a bien hace un a�o y diez meses ponerse en las peores manos posibles para encauzar el pa�s en los inicios del s.XXl y ahora recogen el resultado de aquella decisi�n. Una sociedad dividida or viejos rencores irresponsablemente resucitados, el esp�ritu de la transici�n hecho a�icos. las Fuerzas Armadas bullendo de desasodiego, una posici�n internacional irrelevante y una situaci�n econ�mica desahogada que pronto dejar� de serlo si el coste del Estado auton�mico se dispara, la incertidumbre impera y se persiste en la pasividad ante los desaf�os dela globalizaci�n.
En el momento de escribir la historia de este per�odo del devenir espa�ol, producir� asombro la constataci��n de c�mo un pa�s tan din�mico, tan repleto de gentes magn�ficas, laboriosas y crativas, dotado de un sistema institucional s�lido e impecablemente democr�tico, de una riqueza cultural extraordinaria, con un potencial de desarrollo y progreso envidiable,entreg� la direcci�n de los asunto colectivos a un conjunto de individuos de tan bajo nivel y con tal capacidad de destrucci�n. El hecho imperdonable de que los dos grandes partidos nacionales, en vez de cerrar filas para preservar la unidad constitucional frente a las presiones separatistas de minor�s depredadoras, se entregasen a alianzas intemitentes con los nacionalistas para conseguir el poder a costa de desmantelar progresivamente el Estado, ofrecer� un amplio campo a la cr�tica,y, por supuesto, a la censura m�s severa. Y en este juicio implacable, las culpas no se repartir�n por igual porque un examen objetivo de las actuaciones de unos y otros situar� a cada quien en su lugar. Desde luego, el actual inquilino de la Moncloa ocupar� el sitio de cabeza en este campeonato de desprop�sitos. Desde que Godoy consumara lo inimaginable en el �mbito de la ignominia y el deshonor, no se hab�a conocido en muchos siglos un caso comparable.
A la espera de que se desvele la suma de renuncias, irracionalidades y renuncias del pastelo monclovita, podemos decir sin exagerar, y a la espera de que la pr�xima recomposici�n traum�tica, Delenda est Hispania. Nada, que no hay remedio, no aprendemos, no aprendemos.
LA RAZ�N 23-01-06
Una sociedad dividida por viejos rencores irresponsablemente resucitados, el esp�ritu de la transici�n hecho a�icos.
Escribo esta columna cuando se sabe ya que existe acuerdo entre el Presidente del Gobierno y los nacionalistas catalanes sobre los puntos b�sicos del nuevo Estatuto, pero se ignora cu�les son los t�rminos de dicho pacto. En su larga entrevista de anteayer con Artur Mas, Zapatero, equipado con su oce�nica ignorancia, su sonrisa petrificada y su frivolidad impenitente, decidi� sobre le concepto de Espa�a como Naci�n, sobre la igualdad de erechos entre los espa�oles y sobre la distribuci�n de unos recursos p�blicos que, al habwer sido generados con el esfuerzo de todos, a todos pertenecen y a todos deber�an beneficiar de manera equitativa. Los votantes en el uso de su facultad indiscutible, tuvieron a bien hace un a�o y diez meses ponerse en las peores manos posibles para encauzar el pa�s en los inicios del s.XXl y ahora recogen el resultado de aquella decisi�n. Una sociedad dividida or viejos rencores irresponsablemente resucitados, el esp�ritu de la transici�n hecho a�icos. las Fuerzas Armadas bullendo de desasodiego, una posici�n internacional irrelevante y una situaci�n econ�mica desahogada que pronto dejar� de serlo si el coste del Estado auton�mico se dispara, la incertidumbre impera y se persiste en la pasividad ante los desaf�os dela globalizaci�n.
En el momento de escribir la historia de este per�odo del devenir espa�ol, producir� asombro la constataci��n de c�mo un pa�s tan din�mico, tan repleto de gentes magn�ficas, laboriosas y crativas, dotado de un sistema institucional s�lido e impecablemente democr�tico, de una riqueza cultural extraordinaria, con un potencial de desarrollo y progreso envidiable,entreg� la direcci�n de los asunto colectivos a un conjunto de individuos de tan bajo nivel y con tal capacidad de destrucci�n. El hecho imperdonable de que los dos grandes partidos nacionales, en vez de cerrar filas para preservar la unidad constitucional frente a las presiones separatistas de minor�s depredadoras, se entregasen a alianzas intemitentes con los nacionalistas para conseguir el poder a costa de desmantelar progresivamente el Estado, ofrecer� un amplio campo a la cr�tica,y, por supuesto, a la censura m�s severa. Y en este juicio implacable, las culpas no se repartir�n por igual porque un examen objetivo de las actuaciones de unos y otros situar� a cada quien en su lugar. Desde luego, el actual inquilino de la Moncloa ocupar� el sitio de cabeza en este campeonato de desprop�sitos. Desde que Godoy consumara lo inimaginable en el �mbito de la ignominia y el deshonor, no se hab�a conocido en muchos siglos un caso comparable.
A la espera de que se desvele la suma de renuncias, irracionalidades y renuncias del pastelo monclovita, podemos decir sin exagerar, y a la espera de que la pr�xima recomposici�n traum�tica, Delenda est Hispania. Nada, que no hay remedio, no aprendemos, no aprendemos.
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