Me preguntas por lo de ayer; te cuento.
Bueno, como nos olíamos el percal, fuimos a Azkoitia prontito; yo estaba allí para las 18:10, y ya había cola para entrar en el ayuntamiento. Conseguí ponerme entre los primeros. Hacía bastante frío.
En el partido habíamos decidido que los concejales de Gipuzkoa fuéramos a acompañar a Pilar. Estábamos (y perdón si me dejo a alguno), los concejales del PP de Astigarraga, Hernani, Lezo, Donosti, Irun, Pasajes, Rentería, Tolosa, Azpeitia, Lazkao, Legazpi, Urretxu, Soraluze, Eibar, Elgoibar, Zarautz, Beasain, Andoain, Bergara... (me dejaré alguno). Cada pueblo, si tenía varios concejales, mandaba por lo menos uno. En total seríamos como 40. Y vino también María San Gil.
El problema es que en la cola, sólo como 25 de nosotros conseguimos ponernos los primeros; detrás teníamos a los batasunos, y detrás a compañeros que llegaron más tarde.
El Pleno era a las 19:00. A las 18:30 permitieron entrar a la prensa. Y como a las 18:45, empezaron a dejar entrar al público, de diez en diez, hasta que se llenara el salón de Plenos (que es chiquito), y luego ya no dejaron subir a más gente que se tuvo que quedar abajo.
En la cola hubo un poco de tensión relativa; ya sabes, algún insulto de los batasunos.
En el Pleno, gracias a que habíamos llegado pronto y pudimos subir, las "fuerzas" entre el público estaban bastante igualadas, como ¿30 y 30?...; una cosa así.
Como en muchísimos pueblos de Euskadi, la mesa presidencial donde se sientan los concejales tiene forma de U; y luego, cerrando la U, están unas sillas puestas para los etasunos ilegalizados, que de esta forma, se incorporan al Pleno. Y las sillas del público están detrás, separadas por un pasillo de un par de metros. ¿O es que nos creíamos que los etasunos ilegalizados no forman parte de los Plenos en muchísimos municipios de Euskadi? (Nosotros hemos denunciado esa situación miles de veces; pero el delegado del Gobierno y el Fiscal General del Estado, sin darse por enterados; la Ley no se cumple en Euskadi).
Bueno, pues me hizo mucha gracia que Mª José Usandizaga (presidenta del PP de Gipuzkoa y concejal de Donosti), y Regina Otaola (portavoz en Juntas Generales y concejal de Eibar), van y se sientan en las sillas reservadas a los etasunos ilegalizados. Causó sensación; fué como si se rompiera uno de esos tabús secretos de los que nadie habla pero que esclavizan a la tribu. Temblorosamente, uno de los concejales -creo que de PNV o EA- les indicó que esas sillas estaban "reservadas"; y Mª José preguntó que a quién; que se suponía que la única distinción era entre concejales y público. Y que le dijeran por qué no se podía sentar allí (todos los sabíamos claro; es el secreto a voces inaudibles más clamoroso de todo Euskadi). El alcalde no dijo ni mú, y se quedaron allí (ahora bien, en mi opinión, es triste que tengan que ser dos mujeres amenazadas y a las que se ha intentado asesinar en varias ocasiones las que mantengan vigente en Euskadi el Estado de Derecho). Junto a ellas se sentaron dos etasunas ilegalizadas que les miraron horrorizadas (el resto de etasunos ilegalizados no tuvo sitio, y por un día se tuvieron que olvidar de su pretensión de ser concejales).
Bueno, a todo ésto, fuera del Salón de Plenos estaban como 10 ertzainas antidisturbios, con los pasamontañas puestos como parte ya habitual de su uniforme.
El punto de la moción era el 9º. El Pleno transcurrió con tranquilidad dentro de la sala durante los ocho primeros puntos, amenizados, eso sí, por los gritos e insultos al PP de los que se habían quedado abajo, reclamando que se acabara con las agresiones, la represión, y las venganzas.
Y llega el 9º. Y el alcalde empieza a intentar explicar que hay una moción y que... y los batasunos empiezan a alzar unos letreros y a acusar al PNV y EA de traidores o algo así, y a nosotros de opresores y torturadores; nosotros todavía, chitón. El alcalde se hace dueño de la situación e intenta seguir; y los batasunos vuelven a la carga, empiezan a chillar, y ya es imposible. Entonces, seguros servidores se ponen de pie, y levantamos los carteles que habíamos preparado (mucho menos sofisticados, éso sí; eran folios en blanco y negro, de impresora normal, mientras que los de los etasunos eran de imprenta y a colorines). En nuestros carteles ponía "Pilar Elías, herria zurekin"; y "Asesinos, alde hemendik". Y empezamos a gritar igual que ellos. Creo que el coro que consiguió más éxito fue "sin pistolas, no sois nadie", y "Pilar, valiente, aquí está tu gente"; además de "asesinos", "chivatos", y cosas así.
Francamente, Patxiputxi, por una vez ¡¡¡ganamos!!! Gritamos más y mejor, e impedimos que como suelen hacer siempre, se impusieran, parecieran los amos, y acojonaran a todo el mundo (moderador, siento la expresión pero es que es la más gráfica).
Hubo enfrentamientos individuales, empujones, y toda la parafernalia al uso. Lo más gracioso es que usaban el euskera como arma de expulsión ("ez dire euskadunak!"), pero no les salió bien porque casi la mitad de nosotros hablamos euskera, y mantuvimos jugosos enfrentamientos en el idioma ancestral. Yo, tengo que reconocer, me dediqué a exasperar a los que tenía más cerca (como a 5 cms excepto en los empujones en los que la distancia se anulaba), gritando "Cándido, pagatzera" (Cándido a pagar); les sacaba de sus casillas.
Creo que más que los etasunos, los que hacían correr más peligro a la gente, eran los periodistas que, ávidos de no perder ni una gota de sangre, te metían cachiporrazos con las cámaras en la cabeza y te incrustaban los micros en el hígado. Éso sí, hay que reconocer la imparcialidad de la prensa; dejaban lesionados en ambos bandos por igual.
Esta situación duró como unos 4 ó 5 minutos. Hasta que el alcalde pidió a la ertzaintza que nos desalojara a todos: etasunos, peperos, y prensa. Lo que nos dió la ocasión de remarcar que era por los etasunos por lo que los ertzainas estaban obligados a taparse la cara; si no fuera así, lo menos que podían esperar es que les quemaran el coche.
Se suponía que sólo se podían quedar los concejales. De hecho no fue así; se quedaron también los etasunos ilegalizados.
Nosotros nos quedamos esperando a Pilar en las escaleras; cuando salió, le dimos un fuerte aplauso, la acompañamos a salir del ayuntamiento y mientras le entrevistaba la prensa. Después, todos a casa.
Hacía mucho frío y se había puesto a llover con unas gotas gordas, que caían con mucha fuerza, y que estaban heladas; pensamos que a la noche podrían convertirse en nieve. Al entrar al coche miré el reloj, y ví que eran las 20:30. Me pareció increíble; yo hubiera dicho que aquello había durado 5 ó 6 horas. La tensión y la adrenalina te hacen vivir todo tan minuciosamente, que parece que todo va a cámara lenta y que dura muchísimo.
Ésos son los hechos como yo, desde mi subjetiva perspectiva, los viví. Y ahora contesto a tu comentario.
¿Que María gritaba subida en un banco? ¡¡¡Bien por María!!! Como todos nosotros, con su gente, y poniendo una pared a la impunidad de los asesinos. ¿Qué querrías? ¿Qué estuviéramos calladitos, dejando a Pilar sola, y que sólo se escucharan los gritos de los totalitarios? Ni hablar; nosotros somos la voz de mucha gente; y si alguien intenta acallar esa voz con gritos, nosotros gritaremos más; pero la voz de esa gente se va a oir. La voz de esos azkoitiarras que nos llaman para decir que -como señalaba uno- no se atrevían a ir al Pleno porque luego tienen que vivir en Azkoitia y enfrentarse solos a los totalitarios; pero que nos agradecían que fuéramos y les representáramos.
Porque, otra cosa graciosa, es que de ellos, en la plaza, tampoco había muchos. Tirando por lo alto, como 100; y si nosotros éramos de fuera de Azkoitia, entre ellos reconocíamos a muchos que eran los jerifaltes etasunos de los pueblos de donde somos concejales. No pueden decir, como les gusta, que "el pueblo" de Azkoitia estuviera con ellos. El pueblo de Azkoitia estaba en su casa; y si el PNV y EA son mayoritarios en ese pueblo, entonces a su través, el pueblo de Azkoitia lo que está pidiendo es que se arrepientan y pidan perdón. Y éso de que el pueblo pague lo que deben los asesinos -como pedían los etasunos-, ná de ná. Hacerlo supondría el envilecimiento de los azkoitiarras; supondría admitir que ese asesinato se había realizado por su encargo o con su complacencia, y que pagaban por él las 30 monedas de oro de Judas. Y, no nos equivoquemos, los azkoitiarras, con sus partidos mayoritarios a la cabeza, no están por ese envilecimiento.
O sea que, lo siento. Ahora que son sólo 100, seguiremos gritando -más fuerte que ellos- para que la voz de los que representamos no se silencie, y para que no se silencie la voz de las víctimas; igual que lo hacíamos cuando eran 500, 1000, ó 5000. Si mucha gente no hubiera alzado la voz, PNV y EA no hubieran cambiado su primera moción, en la que sólo se defendía y se compadecía a los asesinos.
Éso sí; tengo que reconocer que nos ganamos a pulso la expulsión.
Bueno, como nos olíamos el percal, fuimos a Azkoitia prontito; yo estaba allí para las 18:10, y ya había cola para entrar en el ayuntamiento. Conseguí ponerme entre los primeros. Hacía bastante frío.
En el partido habíamos decidido que los concejales de Gipuzkoa fuéramos a acompañar a Pilar. Estábamos (y perdón si me dejo a alguno), los concejales del PP de Astigarraga, Hernani, Lezo, Donosti, Irun, Pasajes, Rentería, Tolosa, Azpeitia, Lazkao, Legazpi, Urretxu, Soraluze, Eibar, Elgoibar, Zarautz, Beasain, Andoain, Bergara... (me dejaré alguno). Cada pueblo, si tenía varios concejales, mandaba por lo menos uno. En total seríamos como 40. Y vino también María San Gil.
El problema es que en la cola, sólo como 25 de nosotros conseguimos ponernos los primeros; detrás teníamos a los batasunos, y detrás a compañeros que llegaron más tarde.
El Pleno era a las 19:00. A las 18:30 permitieron entrar a la prensa. Y como a las 18:45, empezaron a dejar entrar al público, de diez en diez, hasta que se llenara el salón de Plenos (que es chiquito), y luego ya no dejaron subir a más gente que se tuvo que quedar abajo.
En la cola hubo un poco de tensión relativa; ya sabes, algún insulto de los batasunos.
En el Pleno, gracias a que habíamos llegado pronto y pudimos subir, las "fuerzas" entre el público estaban bastante igualadas, como ¿30 y 30?...; una cosa así.
Como en muchísimos pueblos de Euskadi, la mesa presidencial donde se sientan los concejales tiene forma de U; y luego, cerrando la U, están unas sillas puestas para los etasunos ilegalizados, que de esta forma, se incorporan al Pleno. Y las sillas del público están detrás, separadas por un pasillo de un par de metros. ¿O es que nos creíamos que los etasunos ilegalizados no forman parte de los Plenos en muchísimos municipios de Euskadi? (Nosotros hemos denunciado esa situación miles de veces; pero el delegado del Gobierno y el Fiscal General del Estado, sin darse por enterados; la Ley no se cumple en Euskadi).
Bueno, pues me hizo mucha gracia que Mª José Usandizaga (presidenta del PP de Gipuzkoa y concejal de Donosti), y Regina Otaola (portavoz en Juntas Generales y concejal de Eibar), van y se sientan en las sillas reservadas a los etasunos ilegalizados. Causó sensación; fué como si se rompiera uno de esos tabús secretos de los que nadie habla pero que esclavizan a la tribu. Temblorosamente, uno de los concejales -creo que de PNV o EA- les indicó que esas sillas estaban "reservadas"; y Mª José preguntó que a quién; que se suponía que la única distinción era entre concejales y público. Y que le dijeran por qué no se podía sentar allí (todos los sabíamos claro; es el secreto a voces inaudibles más clamoroso de todo Euskadi). El alcalde no dijo ni mú, y se quedaron allí (ahora bien, en mi opinión, es triste que tengan que ser dos mujeres amenazadas y a las que se ha intentado asesinar en varias ocasiones las que mantengan vigente en Euskadi el Estado de Derecho). Junto a ellas se sentaron dos etasunas ilegalizadas que les miraron horrorizadas (el resto de etasunos ilegalizados no tuvo sitio, y por un día se tuvieron que olvidar de su pretensión de ser concejales).
Bueno, a todo ésto, fuera del Salón de Plenos estaban como 10 ertzainas antidisturbios, con los pasamontañas puestos como parte ya habitual de su uniforme.
El punto de la moción era el 9º. El Pleno transcurrió con tranquilidad dentro de la sala durante los ocho primeros puntos, amenizados, eso sí, por los gritos e insultos al PP de los que se habían quedado abajo, reclamando que se acabara con las agresiones, la represión, y las venganzas.
Y llega el 9º. Y el alcalde empieza a intentar explicar que hay una moción y que... y los batasunos empiezan a alzar unos letreros y a acusar al PNV y EA de traidores o algo así, y a nosotros de opresores y torturadores; nosotros todavía, chitón. El alcalde se hace dueño de la situación e intenta seguir; y los batasunos vuelven a la carga, empiezan a chillar, y ya es imposible. Entonces, seguros servidores se ponen de pie, y levantamos los carteles que habíamos preparado (mucho menos sofisticados, éso sí; eran folios en blanco y negro, de impresora normal, mientras que los de los etasunos eran de imprenta y a colorines). En nuestros carteles ponía "Pilar Elías, herria zurekin"; y "Asesinos, alde hemendik". Y empezamos a gritar igual que ellos. Creo que el coro que consiguió más éxito fue "sin pistolas, no sois nadie", y "Pilar, valiente, aquí está tu gente"; además de "asesinos", "chivatos", y cosas así.
Francamente, Patxiputxi, por una vez ¡¡¡ganamos!!! Gritamos más y mejor, e impedimos que como suelen hacer siempre, se impusieran, parecieran los amos, y acojonaran a todo el mundo (moderador, siento la expresión pero es que es la más gráfica).
Hubo enfrentamientos individuales, empujones, y toda la parafernalia al uso. Lo más gracioso es que usaban el euskera como arma de expulsión ("ez dire euskadunak!"), pero no les salió bien porque casi la mitad de nosotros hablamos euskera, y mantuvimos jugosos enfrentamientos en el idioma ancestral. Yo, tengo que reconocer, me dediqué a exasperar a los que tenía más cerca (como a 5 cms excepto en los empujones en los que la distancia se anulaba), gritando "Cándido, pagatzera" (Cándido a pagar); les sacaba de sus casillas.
Creo que más que los etasunos, los que hacían correr más peligro a la gente, eran los periodistas que, ávidos de no perder ni una gota de sangre, te metían cachiporrazos con las cámaras en la cabeza y te incrustaban los micros en el hígado. Éso sí, hay que reconocer la imparcialidad de la prensa; dejaban lesionados en ambos bandos por igual.
Esta situación duró como unos 4 ó 5 minutos. Hasta que el alcalde pidió a la ertzaintza que nos desalojara a todos: etasunos, peperos, y prensa. Lo que nos dió la ocasión de remarcar que era por los etasunos por lo que los ertzainas estaban obligados a taparse la cara; si no fuera así, lo menos que podían esperar es que les quemaran el coche.
Se suponía que sólo se podían quedar los concejales. De hecho no fue así; se quedaron también los etasunos ilegalizados.
Nosotros nos quedamos esperando a Pilar en las escaleras; cuando salió, le dimos un fuerte aplauso, la acompañamos a salir del ayuntamiento y mientras le entrevistaba la prensa. Después, todos a casa.
Hacía mucho frío y se había puesto a llover con unas gotas gordas, que caían con mucha fuerza, y que estaban heladas; pensamos que a la noche podrían convertirse en nieve. Al entrar al coche miré el reloj, y ví que eran las 20:30. Me pareció increíble; yo hubiera dicho que aquello había durado 5 ó 6 horas. La tensión y la adrenalina te hacen vivir todo tan minuciosamente, que parece que todo va a cámara lenta y que dura muchísimo.
Ésos son los hechos como yo, desde mi subjetiva perspectiva, los viví. Y ahora contesto a tu comentario.
¿Que María gritaba subida en un banco? ¡¡¡Bien por María!!! Como todos nosotros, con su gente, y poniendo una pared a la impunidad de los asesinos. ¿Qué querrías? ¿Qué estuviéramos calladitos, dejando a Pilar sola, y que sólo se escucharan los gritos de los totalitarios? Ni hablar; nosotros somos la voz de mucha gente; y si alguien intenta acallar esa voz con gritos, nosotros gritaremos más; pero la voz de esa gente se va a oir. La voz de esos azkoitiarras que nos llaman para decir que -como señalaba uno- no se atrevían a ir al Pleno porque luego tienen que vivir en Azkoitia y enfrentarse solos a los totalitarios; pero que nos agradecían que fuéramos y les representáramos.
Porque, otra cosa graciosa, es que de ellos, en la plaza, tampoco había muchos. Tirando por lo alto, como 100; y si nosotros éramos de fuera de Azkoitia, entre ellos reconocíamos a muchos que eran los jerifaltes etasunos de los pueblos de donde somos concejales. No pueden decir, como les gusta, que "el pueblo" de Azkoitia estuviera con ellos. El pueblo de Azkoitia estaba en su casa; y si el PNV y EA son mayoritarios en ese pueblo, entonces a su través, el pueblo de Azkoitia lo que está pidiendo es que se arrepientan y pidan perdón. Y éso de que el pueblo pague lo que deben los asesinos -como pedían los etasunos-, ná de ná. Hacerlo supondría el envilecimiento de los azkoitiarras; supondría admitir que ese asesinato se había realizado por su encargo o con su complacencia, y que pagaban por él las 30 monedas de oro de Judas. Y, no nos equivoquemos, los azkoitiarras, con sus partidos mayoritarios a la cabeza, no están por ese envilecimiento.
O sea que, lo siento. Ahora que son sólo 100, seguiremos gritando -más fuerte que ellos- para que la voz de los que representamos no se silencie, y para que no se silencie la voz de las víctimas; igual que lo hacíamos cuando eran 500, 1000, ó 5000. Si mucha gente no hubiera alzado la voz, PNV y EA no hubieran cambiado su primera moción, en la que sólo se defendía y se compadecía a los asesinos.
Éso sí; tengo que reconocer que nos ganamos a pulso la expulsión.
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