lunes, enero 30, 2006

Desertores de la guerra por las ideas


Clifford D. May
en GEES

Una cosa es decir la verdad hasta cuando hace daño a tus amigos. Otra muy distinta es decir mentiras para no ofender a tus enemigos. Una cosa es ser justo hasta con el diablo y otra muy distinta es hacer de relacionista público del diablo.

¿De qué otra manera se puede explicar el despacho de la Associated Press, refiriéndose a Osama bin Laden como “un exiliado saudita disidente”? Semejante sesgo puede que no sea inexacto pero es como llamar al caníbal Jeffrey Dahmer “un gourmet excéntrico”. Como que no encaja, ¿no cree Ud.?

De forma similar, un informe reciente en la Radio Pública Nacional de Estados Unidos hablaba de lo peligroso que Irak es para los periodistas. La culpa se la ponían a la “naturaleza de esta guerra” y a la “situación de seguridad”. No se oyó ninguna crítica contra los degolladores islamistas militantes y los suicidas que colocan bombas en los coches.

Y por supuesto tenemos a Reuters, la agencia de noticias británica, que ha decretado que “lo que para uno es un terrorista, para otro es un luchador por la libertad”. En los ojos corporativos de Reuters, hasta los ataques contra el World Trade Center no pueden ser llamados terrorismo.

Semejante relativismo es común en los círculos de la intelectualidad así como en el periodismo. El otro día, en un show de la BBC, estuve debatiendo con el Dr. Hooshang Amirahmadi, catedrático de la Rutgers University. Su argumento: La forma de acabar con el conflicto de Irán es que Estados Unidos restablezca por completo sus relaciones diplomáticas. Si sólo el Presidente Bush tendiese una mano al régimen de Teherán, vería que ha habido malentendidos, que ambas partes han cometido errores y que hay un amplio margen para el acuerdo.

En respuesta, empecé a leer textualmente citas del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad y otros gobernantes iraníes sobre sus letales intenciones contra Estados Unidos, sus planes genocidas para con Israel, su hostilidad hacia la “civilización anglosajona”.

El catedrático Amirahmadi se oponía a que académicos y periodistas se tomaran en serio esos comentarios. Sugería que era poco sofisticado o injusto de mi parte (quizá ambas cosas) que repitiese semejantes declaraciones en antena.

Es tentador descartar semejantes actitudes simplemente como la tontería de las clases charlatanas. Pero es que Occidente está en medio de una guerra mundial por las ideas, un conflicto de tantas consecuencias como una guerra con armas. El repliegue mental modelo suizo de los intelectuales tendrá sus consecuencias. Y su declaración de neutralidad llega en el momento que los enemigos del Mundo Libre están sacando la artillería pesada.

Tomemos como ejemplo a al-Manar, elaborada emisora de televisión por satélite situada en el Líbano, propiedad de Hizbolá (la segunda organización terrorista después de al-Qaeda en el número de americanos que ha asesinado) y financiada por los militantes islamistas de Irán. Todos los días, al-Manar incita impúnemente al terrorismo contra americanos, israelíes y judíos.

Un funcionario de al-Manar fue lo suficientemente cándido como para decirle al experto en terrorismo, Avi Jorisch, que la emisora de televisión intentaba “ayudar a la gente a perpetrar eso que ustedes llaman en Occidente atentado suicida”.

Un esfuerzo concertado de la Coalición contra los medios de comunicación terroristas (CATM), asociación de musulmanes, cristianos, judíos y grupos laicos trabajando en sociedad con los gobiernos europeos y de Estados Unidos, lograron quitar a al-Manar de 8 proveedores de satélite, acabando así con su emisión en América del Norte, América del Sur, Asia, Australia y partes de África, regiones todas donde se sabe que las células del terror de Hizbolá tienen una fuerte presencia.

Pero dos proveedores de satélite siguen emitiendo al-Manar para Europa y para mucho de Medio Oriente y el Norte del África. Uno es propiedad del gobierno egipcio, receptor de miles de millones de dólares en ayuda americana. La segunda compañía de satélite tiene como socio mayoritario al gobierno saudita, que gasta millones de dólares en anuncios televisivos dentro de Estados Unidos proclamándose “el aliado de Estados Unidos contra el terrorismo”.

Hamás, el grupo terrorista palestino apoyado por Irán también está lanzando su propia emisora de televisión, una que está destinada finalmente para alcanzar audiencias alrededor del mundo. Y al-Yazira, situada en Qatar – moderada en comparación con al-Manar pero siempre la primera en emitir los mensajes de al-Qaeda – ahora está usando a estrellas mediáticas como Dave Marash, hasta hace poco se presentaba en Nightline de la cadena ABC americana y al veterano periodista David Frost. Marash y Frost están prestando su credibilidad a favor de la causa del islamismo militante, sea que lo admitan o no, sea que lo entiendan o no.

“Si obstaculizas el esfuerzo de un bando en la guerra, automáticamente estás ayudando al otro bando. Tampoco hay ninguna forma real de permanecer fuera de una guerra como la actual. En la práctica “el que no está conmigo, está en contra mí”.

No fue George Bush quien dijo eso. Fue George Orwell.

Clifford D. May, antiguo corresponsal extranjero del New York Times, es el presidente de la Fundación por la Defensa de las Democracias. También preside el Subcomité del Committee on the Present Danger.

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