Frankfurter Allgemeine Zeitung, 18 de enero de 2006
Paul Ingendaay
Una persona que hubiese permanecido dormida en Espa�a durante dos a�os y se hubiese levantado hoy d�a, no s�lo habr�a de restregarse los ojos, sino tambi�n preguntarse si contin�a en el mismo pa�s donde se durmi�. En aquel entonces, en la Espa�a de Jos� Mar�a Aznar, los conservadores ten�an mayor�a absoluta, segu�an una pol�tica firme contra el terrorismo de Eta, se unieron junto a Bush y Blair en su guerra contra Irak y dejaron de lado otras cuestiones sociales de las que no quer�an preocuparse demasiado. Veinticuatro meses despu�s Espa�a est� gobernada por un dirigente que sonr�e ensimismado por aquello que a otras personas les altera, que ha permitido celebrar bodas entre homosexuales, que ha cortado la influencia de la Iglesia en las clases, y que discute con todo el mundo sobre si se puede permitir la definici�n de Catalu�a como naci�n y hacer un poco m�s evidente su separaci�n de Espa�a.
�Es esta una cuesti�n importante? No se trata de eso. Se trata de algo que irrita a todo un pa�s. Se insiste en ello en los debates, se han publicado series enteras de art�culos, as� que s�lo por ello es necesaria una explicaci�n. Ante todo, existe una preocupaci�n en la vida com�n a causa de una situaci�n jur�dica grotesca. Hace poco sucedi� que el gobierno regional utiliz� sin consentimiento de los afectados casi mil historiales cl�nicos para supervisar el empleo de la lengua catalana en nueve hospitales de Barcelona. Se ha despreciado de manera evidente la privacidad de los datos, y los poderes p�blicos se han obcecado en su control. Asimismo un m�dico residente en Barcelona acaba de anunciar que en marzo iniciar� una huelga de hambre frente al parlamento del gobierno regional porque su hija no puede educarse en castellano en su guarder�a. La ley que garantiza a los habitantes de Catalu�a el derecho al biling�ismo fuerza, en la praxis, el monoling�ismo.
En efecto, la polic�a ling��stica ha aumentado claramente su actividad y ha sometido a la poblaci�n a una r�gida vigilancia. Durante el a�o 2004 se ha cuatriplicado, respecto al a�o anterior, el n�mero de multas impuestas a los negocios, bares y restaurantes que no ofrecieran sus servicios en catal�n. Nueva York o Berl�n disfrutar�an del cierto encanto de lo extranjero: no as� Barcelona. Aqu� los clientes pueden quejarse cuando no se les atiende en catal�n. No s�lo eso. En Barcelona tiene m�s dificultades para trabajar quien hable s�lo espa�ol, a pesar de que Catalu�a est� en Espa�a. "Si Catalu�a se independiza de una forma democr�tica y el catal�n es el �nico idioma oficial" -dice el m�dico que exige que se le ense�e a su hija en espa�ol- "entonces lo aceptar�". Por el momento, las medidas del gobierno regional se realizan en torno a una "pol�tica de limpieza ling��stica".
Quien a este respecto se haya sentido repetidamente, y una y otra vez discriminado por el durante muchos a�os jefe de los conservadores Jordi Pujol, se ver� ahora arrollado por el socialista catal�n Maragall. ?Catalanista?, piensan ambos. Hoy en d�a tanto la pol�tica estatal como la catalana las determina el mismo partido socialista con el apoyo de peque�os partidos y siempre con la mirada puesta en el partido de la oposici�n, los conservadores del Partido Popular. �stos movilizan a sus simpatizantes contra la amenaza de la disoluci�n de Espa�a y establecen, sin reservas, una asociaci�n de ideas con el tema del terrorismo en el Pa�s Vasco.
No es del todo inoportuna la idea de que este debate federalista despierta la impresi�n de que el pa�s vuelve a caer en una esquematizaci�n de "o esto o lo otro", que recuerda, como todo lo malo en el alma espa�ola, el esp�ritu de la guerra civil y de las "dos Espa�as", as� como el fantasma de la dictadura de Franco. Poco ha ayudado que la moderna democracia espa�ola se defina como un Estado compuesto por autonom�as que disfrutan de amplios derechos. Y a�n menos que el presidente Zapatero hable alegremente con todo el mundo y permita que se debata y se sometan a votaci�n ciertas cosas. El caos de las autonom�as ha estallado, y su moneda se llama resentimiento.
Uno se pregunta d�nde est�n los intelectuales. Siempre que escritores, artistas y eruditos expresan su opini�n, lo hacen de forma irritada. Una tarea que requiere de inciativas conjuntasy que nadie quiere reconocer. En cualquier caso, la semana pasada en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona se celebr� un congreso en el que cuarenta intelectuales debatieron sobre el proyecto de Estatuto, el "Estatut". Expertos como el soci�logo Jos� �lvarez Junco, editor de un renombrado estudio sobre la idea de Espa�a como estado nacional, expres� una gran preocupaci�n sobre la agresividad del nacionalismo catal�n. Un colega le apoy� con la observaci�n de que el proyecto del estatut es exagerado, pero no as� la reacci�n que provoca. Acabe como acabe el Estatuto que al final se apruebe, ordenado por la parte catalana, nadie estar� satisfecho.
Esto no tendr�a por qu� ocurrir si se acabara de utilizar la lengua como un instrumento de tutela, de influencia, como los catalanes le reprocharon durante largo tiempo a la dictadura franquista, y que ahora por su parte, practican. El biling�ismo supone una riqueza cultural propia de esta regi�n. La literatura proporciona material de estudio de este fen�meno. Al lado de escritores que escriben es castellano, como Juan Goytisolo, Eduardo Mendoza o Juan Mars�, est�n los escritores que escriben en catal�n, como Quim Monz� o Sergi P�mies, que tambi�n han sido traducidos al alem�n desde este idioma. Unos al lado de los otros.
Incluso el a�o pasado hubo bastantes discusiones (F.A.Z. del 4 de marzo de 2005), despu�s de la buena noticia de que Catalu�a ser�a la regi�n invitado en la Feria de Francfort de 2007. La burocracia cultural nacionalista entend�a que bajo "cultura catalana" cupieran exclusivamente los libros editados en catal�n, pese a que los autores catalanes de m�s exito internacional escriben en castellano. La disputa se celebr� con entusiasmo, aunque despu�s qued� aplazada, y desde luego volver� a retomarse con seguridad en alg�n momento de 2007. No hay en el horizonte nada sino la amenaza de que se acerque el fantasma que se divisa hoy desde la Catalu�a actual: aislamiento, mirarse el ombligo, discriminaci�n del otro. La voluntaria autoprovincializaci�n de una gran regi�n cultural.
Paul Ingendaay
Una persona que hubiese permanecido dormida en Espa�a durante dos a�os y se hubiese levantado hoy d�a, no s�lo habr�a de restregarse los ojos, sino tambi�n preguntarse si contin�a en el mismo pa�s donde se durmi�. En aquel entonces, en la Espa�a de Jos� Mar�a Aznar, los conservadores ten�an mayor�a absoluta, segu�an una pol�tica firme contra el terrorismo de Eta, se unieron junto a Bush y Blair en su guerra contra Irak y dejaron de lado otras cuestiones sociales de las que no quer�an preocuparse demasiado. Veinticuatro meses despu�s Espa�a est� gobernada por un dirigente que sonr�e ensimismado por aquello que a otras personas les altera, que ha permitido celebrar bodas entre homosexuales, que ha cortado la influencia de la Iglesia en las clases, y que discute con todo el mundo sobre si se puede permitir la definici�n de Catalu�a como naci�n y hacer un poco m�s evidente su separaci�n de Espa�a.
�Es esta una cuesti�n importante? No se trata de eso. Se trata de algo que irrita a todo un pa�s. Se insiste en ello en los debates, se han publicado series enteras de art�culos, as� que s�lo por ello es necesaria una explicaci�n. Ante todo, existe una preocupaci�n en la vida com�n a causa de una situaci�n jur�dica grotesca. Hace poco sucedi� que el gobierno regional utiliz� sin consentimiento de los afectados casi mil historiales cl�nicos para supervisar el empleo de la lengua catalana en nueve hospitales de Barcelona. Se ha despreciado de manera evidente la privacidad de los datos, y los poderes p�blicos se han obcecado en su control. Asimismo un m�dico residente en Barcelona acaba de anunciar que en marzo iniciar� una huelga de hambre frente al parlamento del gobierno regional porque su hija no puede educarse en castellano en su guarder�a. La ley que garantiza a los habitantes de Catalu�a el derecho al biling�ismo fuerza, en la praxis, el monoling�ismo.
En efecto, la polic�a ling��stica ha aumentado claramente su actividad y ha sometido a la poblaci�n a una r�gida vigilancia. Durante el a�o 2004 se ha cuatriplicado, respecto al a�o anterior, el n�mero de multas impuestas a los negocios, bares y restaurantes que no ofrecieran sus servicios en catal�n. Nueva York o Berl�n disfrutar�an del cierto encanto de lo extranjero: no as� Barcelona. Aqu� los clientes pueden quejarse cuando no se les atiende en catal�n. No s�lo eso. En Barcelona tiene m�s dificultades para trabajar quien hable s�lo espa�ol, a pesar de que Catalu�a est� en Espa�a. "Si Catalu�a se independiza de una forma democr�tica y el catal�n es el �nico idioma oficial" -dice el m�dico que exige que se le ense�e a su hija en espa�ol- "entonces lo aceptar�". Por el momento, las medidas del gobierno regional se realizan en torno a una "pol�tica de limpieza ling��stica".
Quien a este respecto se haya sentido repetidamente, y una y otra vez discriminado por el durante muchos a�os jefe de los conservadores Jordi Pujol, se ver� ahora arrollado por el socialista catal�n Maragall. ?Catalanista?, piensan ambos. Hoy en d�a tanto la pol�tica estatal como la catalana las determina el mismo partido socialista con el apoyo de peque�os partidos y siempre con la mirada puesta en el partido de la oposici�n, los conservadores del Partido Popular. �stos movilizan a sus simpatizantes contra la amenaza de la disoluci�n de Espa�a y establecen, sin reservas, una asociaci�n de ideas con el tema del terrorismo en el Pa�s Vasco.
No es del todo inoportuna la idea de que este debate federalista despierta la impresi�n de que el pa�s vuelve a caer en una esquematizaci�n de "o esto o lo otro", que recuerda, como todo lo malo en el alma espa�ola, el esp�ritu de la guerra civil y de las "dos Espa�as", as� como el fantasma de la dictadura de Franco. Poco ha ayudado que la moderna democracia espa�ola se defina como un Estado compuesto por autonom�as que disfrutan de amplios derechos. Y a�n menos que el presidente Zapatero hable alegremente con todo el mundo y permita que se debata y se sometan a votaci�n ciertas cosas. El caos de las autonom�as ha estallado, y su moneda se llama resentimiento.
Uno se pregunta d�nde est�n los intelectuales. Siempre que escritores, artistas y eruditos expresan su opini�n, lo hacen de forma irritada. Una tarea que requiere de inciativas conjuntasy que nadie quiere reconocer. En cualquier caso, la semana pasada en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona se celebr� un congreso en el que cuarenta intelectuales debatieron sobre el proyecto de Estatuto, el "Estatut". Expertos como el soci�logo Jos� �lvarez Junco, editor de un renombrado estudio sobre la idea de Espa�a como estado nacional, expres� una gran preocupaci�n sobre la agresividad del nacionalismo catal�n. Un colega le apoy� con la observaci�n de que el proyecto del estatut es exagerado, pero no as� la reacci�n que provoca. Acabe como acabe el Estatuto que al final se apruebe, ordenado por la parte catalana, nadie estar� satisfecho.
Esto no tendr�a por qu� ocurrir si se acabara de utilizar la lengua como un instrumento de tutela, de influencia, como los catalanes le reprocharon durante largo tiempo a la dictadura franquista, y que ahora por su parte, practican. El biling�ismo supone una riqueza cultural propia de esta regi�n. La literatura proporciona material de estudio de este fen�meno. Al lado de escritores que escriben es castellano, como Juan Goytisolo, Eduardo Mendoza o Juan Mars�, est�n los escritores que escriben en catal�n, como Quim Monz� o Sergi P�mies, que tambi�n han sido traducidos al alem�n desde este idioma. Unos al lado de los otros.
Incluso el a�o pasado hubo bastantes discusiones (F.A.Z. del 4 de marzo de 2005), despu�s de la buena noticia de que Catalu�a ser�a la regi�n invitado en la Feria de Francfort de 2007. La burocracia cultural nacionalista entend�a que bajo "cultura catalana" cupieran exclusivamente los libros editados en catal�n, pese a que los autores catalanes de m�s exito internacional escriben en castellano. La disputa se celebr� con entusiasmo, aunque despu�s qued� aplazada, y desde luego volver� a retomarse con seguridad en alg�n momento de 2007. No hay en el horizonte nada sino la amenaza de que se acerque el fantasma que se divisa hoy desde la Catalu�a actual: aislamiento, mirarse el ombligo, discriminaci�n del otro. La voluntaria autoprovincializaci�n de una gran regi�n cultural.
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