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En el más absoluto secreto, los responsables de AUDI, capitaneados por Martin Winterkorn, tantean a los italianos. Antes de jubilarse, Ferdinard Piëch se ha empeñado en ajustar cuentas con España. Al Consejo de Vigilancia de VW, el ERE de SEAT le parece insuficiente. Mientras, el renovado presidente, Bernd Pischetsrieder, ya ha dado el visto bueno a la sustitución de SEAT por SKODA como fabricante de turismos del Grupo : la multinacional alemana insiste en su sistema de debilitar a SEAT a costa de invertir en la marca, lo que le sentencia a la agonía permanente de los números rojos
El pasado mes de enero, el máximo responsable de AUDI (subgrupo de la multinacional Volkswagen en el que se integra la firma española SEAT y sus 14.000 empelados) declaraba a la revista especializada Automobilwoche que no entraba dentro de sus planes ni la venta ni el cierre de SEAT: "No la venderemos" aseguraba, al tiempo que rechazaba la opción del cierre como absurda: "Cerrar una marca como ésta no tendría sentido desde el punto de vista económico".
Eso sí, sus explicaciones acerca de las alternativas a una empresa a la que se forzaba (hablamos de enero del presente año) a un expediente de regulación de plantilla que afectaría a 1.400 empleados, el 10 por 100 de la plantilla, total, a pesar de las subvenciones recibidas por el Gobierno español y del crédito fiscal acumulado, resultaban mucho más vagas: "Daremos a conocer qué haremos con SEAT cuando tengamos todos los detalles. Estamos trabajando en diversos planes para que SEAT tenga éxito en el futuro". Sin embargo, cuando el periodista inquiría de qué planes hablaba, Winterkorn volvía a recordar la vieja fábula de una SEAT convertida en centro de diseño o en constructora de deportivos: "La estrategia de que SEAT construya vehículos deportivos es definitivamente correcta". El único problema es que de los 14.000 empleados de la factoría de Martorell (se calcula que eso supone más de 3.000 empleos indirectos en la industria auxiliar) bastaría con que se quedaran 500, máximo 1.000, tras una reconversión de este calado.
En cualquier caso, de enero a mayo las cosas han cambiado mucho. Ahora Winterkorn negocia con los italianos de FIAT que se queden con SEAT. La multinacional germana ya tiene claro que su fabricante de turismos es la checa Skoda, donde los salarios son inferiores a los españoles y la calidad de fabricación muy similar. Pero como el método de reducir SEAT a fabricante de coches deportivos o a centro de diseño es muy lento, y provoca enfrentamientos con el Gobierno español, lo mejor es optar por la venta. De este modo, nadie podrá echarle en cara a VW que se han lucrado con las subvenciones del Gobierno español y de las comunidades autónomas de Cataluña y Navarra (otro gran problema)
Así, también, el presidente de VW, Bernd Pischetsrieder, podrá decir que no mintió cuando prometió al ministro de Industria, José Montilla, que no cerraría SEAT. No la cierra: la vende.
Ahora bien, el verdadero enemigo de SEAT no es el presidente del Comité de Dirección, sino Ferdinand Piëch, que representante al primer accionista privado de VW. Su animadversión hacia SEAT hacia España viene de los tiempos de López de Arriortúa, el hombre que, según el sentimiento de Piëch, le colocó en el precipicio al enfrentarle a los norteamericanos de General Motors. Por fin, Pischetsrieder ha conseguido librarse de Piëch, que tiene fecha fija de retirada, pero éste está dispuesto a morir matando. Matando a SEAT, sin ir más lejos.
En el entretanto, la multinacional alemana continúa sin invertir en la marca SEAT, especialmente continúa sin abrirle mercados. Eso significa que la factoría catalana está condenada a continuar en número rojos y a afrontar una lenta agonía que ofrece a Volkswagen el mejor argumento para continuar apretando las tuercas. Está claro que la manera más rápida de librarse del "problema" es vendérsela a la factoría italiana FIAT, precisamente, la marca con la que SEAT estuvo ligada históricamente. Mientras, el Gobierno Zapatero ni sabe ni contesta.
En el más absoluto secreto, los responsables de AUDI, capitaneados por Martin Winterkorn, tantean a los italianos. Antes de jubilarse, Ferdinard Piëch se ha empeñado en ajustar cuentas con España. Al Consejo de Vigilancia de VW, el ERE de SEAT le parece insuficiente. Mientras, el renovado presidente, Bernd Pischetsrieder, ya ha dado el visto bueno a la sustitución de SEAT por SKODA como fabricante de turismos del Grupo : la multinacional alemana insiste en su sistema de debilitar a SEAT a costa de invertir en la marca, lo que le sentencia a la agonía permanente de los números rojos
El pasado mes de enero, el máximo responsable de AUDI (subgrupo de la multinacional Volkswagen en el que se integra la firma española SEAT y sus 14.000 empelados) declaraba a la revista especializada Automobilwoche que no entraba dentro de sus planes ni la venta ni el cierre de SEAT: "No la venderemos" aseguraba, al tiempo que rechazaba la opción del cierre como absurda: "Cerrar una marca como ésta no tendría sentido desde el punto de vista económico".
Eso sí, sus explicaciones acerca de las alternativas a una empresa a la que se forzaba (hablamos de enero del presente año) a un expediente de regulación de plantilla que afectaría a 1.400 empleados, el 10 por 100 de la plantilla, total, a pesar de las subvenciones recibidas por el Gobierno español y del crédito fiscal acumulado, resultaban mucho más vagas: "Daremos a conocer qué haremos con SEAT cuando tengamos todos los detalles. Estamos trabajando en diversos planes para que SEAT tenga éxito en el futuro". Sin embargo, cuando el periodista inquiría de qué planes hablaba, Winterkorn volvía a recordar la vieja fábula de una SEAT convertida en centro de diseño o en constructora de deportivos: "La estrategia de que SEAT construya vehículos deportivos es definitivamente correcta". El único problema es que de los 14.000 empleados de la factoría de Martorell (se calcula que eso supone más de 3.000 empleos indirectos en la industria auxiliar) bastaría con que se quedaran 500, máximo 1.000, tras una reconversión de este calado.
En cualquier caso, de enero a mayo las cosas han cambiado mucho. Ahora Winterkorn negocia con los italianos de FIAT que se queden con SEAT. La multinacional germana ya tiene claro que su fabricante de turismos es la checa Skoda, donde los salarios son inferiores a los españoles y la calidad de fabricación muy similar. Pero como el método de reducir SEAT a fabricante de coches deportivos o a centro de diseño es muy lento, y provoca enfrentamientos con el Gobierno español, lo mejor es optar por la venta. De este modo, nadie podrá echarle en cara a VW que se han lucrado con las subvenciones del Gobierno español y de las comunidades autónomas de Cataluña y Navarra (otro gran problema)
Así, también, el presidente de VW, Bernd Pischetsrieder, podrá decir que no mintió cuando prometió al ministro de Industria, José Montilla, que no cerraría SEAT. No la cierra: la vende.
Ahora bien, el verdadero enemigo de SEAT no es el presidente del Comité de Dirección, sino Ferdinand Piëch, que representante al primer accionista privado de VW. Su animadversión hacia SEAT hacia España viene de los tiempos de López de Arriortúa, el hombre que, según el sentimiento de Piëch, le colocó en el precipicio al enfrentarle a los norteamericanos de General Motors. Por fin, Pischetsrieder ha conseguido librarse de Piëch, que tiene fecha fija de retirada, pero éste está dispuesto a morir matando. Matando a SEAT, sin ir más lejos.
En el entretanto, la multinacional alemana continúa sin invertir en la marca SEAT, especialmente continúa sin abrirle mercados. Eso significa que la factoría catalana está condenada a continuar en número rojos y a afrontar una lenta agonía que ofrece a Volkswagen el mejor argumento para continuar apretando las tuercas. Está claro que la manera más rápida de librarse del "problema" es vendérsela a la factoría italiana FIAT, precisamente, la marca con la que SEAT estuvo ligada históricamente. Mientras, el Gobierno Zapatero ni sabe ni contesta.
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