martes, mayo 09, 2006

CODIGO DE CONDUCTA


Jorge Martí     
Barcelona     


Recientemente la Corporación Catalana de Radio y Televisión elaboraba su código de conducta mediante el cual se priorizaban las entrevistas a personajes catalanes o que hablaran catalán y si, muy remotamente, el entrevistado por el interés de la noticia, no era catalano-parlante, el entrevistador debía dirigírsele en la lengua vernácula introduciendo la figura del intérprete para a oportuna traducción.

Es tan reciente esa elaboración que, en su desarrollo, se olvidaron del tratamiento que debían dar a los terroristas y a cuales debían priorizar: si al nuevo Consejero de Gobernación – Xavier Vendrell, exTerra Lliure y, por tanto, catalano-hablante – o a Arnaldo Otegui, actual ETA-Batasuno y de lengua euskérica.

La solución, no obstante, la ha dado el programa “de la nit al día” que, esta noche – lunes 8 – presenta en su programa de entrevistas y como invitado de lujo, al terrorista Otegui, de lengua no catalana, en esa tourné que, desde el viernes de la semana pasada y gracias a la acogida del Alcalde Clos que le cedió una Biblioteca Municipal para que presentara su libro, viene realizando por el “oasis democrático catalán”, incluido reportaje de página entera en el diario AVUI de tendencia marcadamente radical. Es posible que hasta participara en la rúa del Barça aunque solo fuera para dar muestra del fuerte ligamen entre su Euskal-Herría y la Cataluña que no es la mía e indudablemente tampoco de otros muchos catalanes como yo.

Me queda la duda sobre si Mónica Terribas, la conductora del programa, siguiendo los cánones marcados, llevará la entrevista en catalán dando lugar a traducción simultánea o si, dada la categoría del entrevistado, se saltará por una vez y sin que sirva de precedente la norma y le formulara las preguntas en castellano o, incluso sublimando la figura de tan digno invitado, la traducción será directamente del vascuence al catalán y viceversa, dejando al margen la lengua de mas de la mitad de la población.

Jo!!, pensar que cuando era chaval, por un beso de tornillo o un centímetro de escote mas allá de lo permitido, ponían dos rombos en la pantalla y los padres nos mandaban a la cama y, ahora, nos tenemos que tragar la diarrea verborreíca de la entrevistadora, mas el fanatismo fundamentalista del entrevistado, mas el cainita aborregamiento de quienes se solazan con el programa y ni un triste circulito…

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