Yo disiento
ADOLFO SUAREZ ILLANA
Señor presidente, hay últimamente mucha gente de buena fe y esperanzada que está deseosa de creer en usted; yo, simplemente, disiento. No le puedo creer y me gustaría. Pero permítame decirle, con todo respeto, por qué.
Acaba usted de hacer lo que muchos, yo entre ellos, le habían aconsejado no debía hacer: aprobar el Estatuto de Autonomía de Cataluña con una exigua mayoría. Todo lo que ha conseguido reunir en torno a su proyecto ha sido un 54% del Congreso de los Diputados, lo que marca una clara diferencia con el anterior. Una vez más en nuestra Historia -recuerde la Constitución del 31-, una mitad de España impone leyes fundamentales a la otra media, lo que marca una clara diferencia con el Suárez que dice usted admirar.Pero hay más, es que esa mayoría no incluye, siquiera, a todos los partidos catalanes que han promovido la reforma y que le han venido apoyando -con mucha chulería, bien es cierto- hasta ahora. Lo consiguió a última hora, en una extraña maniobra que dejaba fuera a su socio de Gobierno -ERC- y de espaldas a su antiguo valedor, amigo y compañero, Pasqual Maragall, quien sospecha a estas alturas que, además, ha pactado entregar su cabeza a Artur Mas.
Cada vez se ve más claro que lo suyo no es debilidad parlamentaria sino una obsesión. Una obsesión que, sabedor de su falta de respaldo popular para llevarla a cabo por los cauces establecidos en la Constitución de 1978, intenta imponerla por la puerta de atrás.
Cuantos más testimonios recabo -de profesores, compañeros y los pocos alumnos que usted tuvo- y más leo y releo la extraordinaria entrevista que le hizo el director de EL MUNDO hace unos días, más claro queda su espíritu autoritario, su carácter incierto y su ya confesa obsesión por la II República. Esto no tendría mucha importancia si no fuera porque con su autoritarismo nos está intentando imponer un modelo de estado sin que lo podamos votar todos los españoles y porque nos está ocultando la verdad de la negociación con ETA.
La II República, de infausto recuerdo para la gran mayoría de los españoles que saben algo de ella -muy pocos, por cierto-, ha quedado atrás no sólo por el paso del tiempo, sino por el voto de los españoles que en el año 1978 se dieron una Constitución y un modelo de Estado que nos ha proporcionado los mejores años de nuestra Historia en todos los aspectos. Me parece legítimo que usted defienda el caduco y caótico modelo de 1931 -y cuando quiera lo comparamos, en frutos, con el de 1978-, pero si quiere hacer cambios en el modelo actual, haga su propuesta de forma clara y trate de convencer, sabiendo que es a los españoles, a todos, a quienes nos toca decidir.
El nuevo Estatuto de Cataluña ha abierto un camino del que no tardará en arrepentirse el partido que usted dirige. No sólo porque sea intervencionista hasta el extremo, que lo es; o por ser un simple reparto de poder y dinero entre algunos dirigentes políticos sin beneficios prácticos para los ciudadanos, que lo es; o porque sustituya a otro aprobado con el consenso de todos, que también es verdad; sino porque la gente, percibe que es la primera parte de los pagos que piensa hacer a ETA. para que dejen de matar. Esta percepción es algo más desde el momento en que Carod-Rovira lo confiesa más o menos abiertamente.
Nos dijo, con toda solemnidad, en las Cortes que ni estaba, ni había estado hablando con ETA. y estando en la oposición firmó un pacto con el Gobierno de entonces por el que se comprometía a no tener tales contactos. Hoy en día sabemos que «lleva muchos años hablando» con los terroristas. Las preguntas surgen inmediatamente: ¿Cuántos años lleva hablando? ¿Habían asesinado ya a Fernando Buesa cuando empezó? ¿Y a Pagazaurtundúa? ¿No, verdad? ¿Qué sintió cuando los asesinaron? ¿Qué pensaba mientras le daba el pésame a los familiares? ¿Considera que fueron aquellos «accidentes»? Lo que resulta claro es que lleva usted muchos años ocultando la verdad al pueblo que prometió servir. No valen para su discreción las famosas «razones de Estado» que también sirvieron a otros para intentar justificar indignas infamias.
Parece que nos está intentando anestesiar a todos para llegar a una situación inicial en la que sea aceptable eso de paz por presos. Lo primero que hay que dejar bien claro es que no es aceptable esa expresión. La realidad que nos propone es: libertad para los asesinos a cambio de dejar de asesinar. Nada se dice de la entrega de las armas -«no es importante» según nos ha dicho- y nada de condenar la violencia o pedir perdón a las víctimas.Sinceramente, creo que esto que es inaceptable para mí, también lo es para la banda de asesinos y usted lo sabe.
Vayamos por partes. ¿Por qué es inaceptable para mí? Es sencillo, cambiemos los sujetos de su acuerdo por un momento: si una banda de violadores que llevara 851 mujeres violadas y asesinadas, y de la que tenemos a la mayor parte de sus miembros en la cárcel y al resto acorralados, le pidiera soltar a los presos a cambio de dejar de asesinar y violar ¿lo aceptaría? Si lo hiciese, estaría enviando un mensaje muy claro a, por ejemplo, las mafias que operan en la Costa del Sol: sólo tenéis que matar lo suficiente -digamos 851 personas- para que el Estado se rinda. Es importante recordar, llegados a este punto, que en España no hay conflicto político. En este país es posible defender cualquier posición política desde una tribuna parlamentaria.
¿Por qué será también inaceptable para ETA? La banda no ve en los presos -y sus familias- más que un problema generador de gastos y conflictos y trata de usarlos ahora como moneda de cambio y, sobre todo, distracción. De hecho, en sus comunicados, lo único que deja claro es que se abre un proceso que debe culminar con sus dos reivindicaciones históricas: un referéndum y la subsiguiente autodeterminación -léase independencia- de Euskal Herria, en la que incluyen, contra su ya expresada voluntad en numerosas ocasiones, a Navarra y otros territorios. ¿Está usted dispuesto a aceptar esto ? España está claro que no. ¿Qué ocurriría si no se les concede esta pretensión?
Mucho me temo, y se lo digo con tanto dolor como respeto, que está intentando utilizar a ETA. para llevar a cabo la plasmación de su obsesión republicana. Nos está intentado llevar a un punto en que la aceptación del País Vasco como una nación para su posterior independencia sea aceptable a cambio de alcanzar la tan ansiada paz. Para eso, señor presidente, para ceder a las pretensiones de los terroristas, no hace falta ser ningún genio, lo podría haber hecho cualquiera. Lo difícil es mantener la paz por los cauces democráticos y no ceder al chantaje del terror.
Es cada vez más evidente que usted desprecia el acuerdo alcanzado en 1978 y que no lo considera legítimo al haber sido dirigido por hombres que nacieron, se criaron -sin negarlo- en el franquismo y no pertenecieron a la izquierda. Pero no olvide que aquella Transición se hizo también con los suyos. Fue fruto del consenso.Algo que no puede decirse ahora de sus actuaciones, que siempre dejan fuera, al menos, a una mitad de los españoles. Por otro lado, el propio Otegi ha confirmado que su fortaleza reside en haberse cargado la Transición. Eso no es paz por presos, es estar convencido de que a usted «le van a sacar algo más». Ese «algo más» es lo que nos preocupa al resto de los españoles que consideramos que toda legitimación política en nuestro país tiene su origen y fundamento en la Constitución de 1978. Es una muy curiosa y alarmante confluencia de intereses la que parece darse entre usted y Otegi.
Señor presidente, se lo diré muy claro: da la impresión de que está usted intentando imponernos a todos los españoles una república federal -o algo parecido que nunca aclara- por la vía de los hechos consumados sin pasar ese proyecto por las urnas. Sé que le importará poco, pero le digo que yo disiento; que no tiene ni mandato electoral, ni derecho para llevar a cabo tales reformas.Siento mucho decirle que es muy difícil creer lo que nos dice, ya que, hasta ahora, ha sido siempre desmentido por los hechos.Nos ha venido ocultando la verdad en cuestiones fundamentales durante mucho tiempo y nada indica que esto vaya a cambiar.
Como le decía al comienzo, hay mucha gente que, aún siendo muy desconfiada, está deseosa de creerle y esperanzada. Quieren creer que la unidad de España no está amenazada y que el final de la violencia se alcanzará sin pagar un precio político. Mucho me temo que, a estas alturas, usted ya sabe que eso es imposible si no hay una derrota policial y judicial por medio.
Créame, me encantaría estar equivocado y tener que rectificar.
Adolfo Suárez Illana es abogado e hijo del ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez
01/05/2006 - ADOLFO SUAREZ ILLANA, EL MUNDO
ADOLFO SUAREZ ILLANA
Señor presidente, hay últimamente mucha gente de buena fe y esperanzada que está deseosa de creer en usted; yo, simplemente, disiento. No le puedo creer y me gustaría. Pero permítame decirle, con todo respeto, por qué.
Acaba usted de hacer lo que muchos, yo entre ellos, le habían aconsejado no debía hacer: aprobar el Estatuto de Autonomía de Cataluña con una exigua mayoría. Todo lo que ha conseguido reunir en torno a su proyecto ha sido un 54% del Congreso de los Diputados, lo que marca una clara diferencia con el anterior. Una vez más en nuestra Historia -recuerde la Constitución del 31-, una mitad de España impone leyes fundamentales a la otra media, lo que marca una clara diferencia con el Suárez que dice usted admirar.Pero hay más, es que esa mayoría no incluye, siquiera, a todos los partidos catalanes que han promovido la reforma y que le han venido apoyando -con mucha chulería, bien es cierto- hasta ahora. Lo consiguió a última hora, en una extraña maniobra que dejaba fuera a su socio de Gobierno -ERC- y de espaldas a su antiguo valedor, amigo y compañero, Pasqual Maragall, quien sospecha a estas alturas que, además, ha pactado entregar su cabeza a Artur Mas.
Cada vez se ve más claro que lo suyo no es debilidad parlamentaria sino una obsesión. Una obsesión que, sabedor de su falta de respaldo popular para llevarla a cabo por los cauces establecidos en la Constitución de 1978, intenta imponerla por la puerta de atrás.
Cuantos más testimonios recabo -de profesores, compañeros y los pocos alumnos que usted tuvo- y más leo y releo la extraordinaria entrevista que le hizo el director de EL MUNDO hace unos días, más claro queda su espíritu autoritario, su carácter incierto y su ya confesa obsesión por la II República. Esto no tendría mucha importancia si no fuera porque con su autoritarismo nos está intentando imponer un modelo de estado sin que lo podamos votar todos los españoles y porque nos está ocultando la verdad de la negociación con ETA.
La II República, de infausto recuerdo para la gran mayoría de los españoles que saben algo de ella -muy pocos, por cierto-, ha quedado atrás no sólo por el paso del tiempo, sino por el voto de los españoles que en el año 1978 se dieron una Constitución y un modelo de Estado que nos ha proporcionado los mejores años de nuestra Historia en todos los aspectos. Me parece legítimo que usted defienda el caduco y caótico modelo de 1931 -y cuando quiera lo comparamos, en frutos, con el de 1978-, pero si quiere hacer cambios en el modelo actual, haga su propuesta de forma clara y trate de convencer, sabiendo que es a los españoles, a todos, a quienes nos toca decidir.
El nuevo Estatuto de Cataluña ha abierto un camino del que no tardará en arrepentirse el partido que usted dirige. No sólo porque sea intervencionista hasta el extremo, que lo es; o por ser un simple reparto de poder y dinero entre algunos dirigentes políticos sin beneficios prácticos para los ciudadanos, que lo es; o porque sustituya a otro aprobado con el consenso de todos, que también es verdad; sino porque la gente, percibe que es la primera parte de los pagos que piensa hacer a ETA. para que dejen de matar. Esta percepción es algo más desde el momento en que Carod-Rovira lo confiesa más o menos abiertamente.
Nos dijo, con toda solemnidad, en las Cortes que ni estaba, ni había estado hablando con ETA. y estando en la oposición firmó un pacto con el Gobierno de entonces por el que se comprometía a no tener tales contactos. Hoy en día sabemos que «lleva muchos años hablando» con los terroristas. Las preguntas surgen inmediatamente: ¿Cuántos años lleva hablando? ¿Habían asesinado ya a Fernando Buesa cuando empezó? ¿Y a Pagazaurtundúa? ¿No, verdad? ¿Qué sintió cuando los asesinaron? ¿Qué pensaba mientras le daba el pésame a los familiares? ¿Considera que fueron aquellos «accidentes»? Lo que resulta claro es que lleva usted muchos años ocultando la verdad al pueblo que prometió servir. No valen para su discreción las famosas «razones de Estado» que también sirvieron a otros para intentar justificar indignas infamias.
Parece que nos está intentando anestesiar a todos para llegar a una situación inicial en la que sea aceptable eso de paz por presos. Lo primero que hay que dejar bien claro es que no es aceptable esa expresión. La realidad que nos propone es: libertad para los asesinos a cambio de dejar de asesinar. Nada se dice de la entrega de las armas -«no es importante» según nos ha dicho- y nada de condenar la violencia o pedir perdón a las víctimas.Sinceramente, creo que esto que es inaceptable para mí, también lo es para la banda de asesinos y usted lo sabe.
Vayamos por partes. ¿Por qué es inaceptable para mí? Es sencillo, cambiemos los sujetos de su acuerdo por un momento: si una banda de violadores que llevara 851 mujeres violadas y asesinadas, y de la que tenemos a la mayor parte de sus miembros en la cárcel y al resto acorralados, le pidiera soltar a los presos a cambio de dejar de asesinar y violar ¿lo aceptaría? Si lo hiciese, estaría enviando un mensaje muy claro a, por ejemplo, las mafias que operan en la Costa del Sol: sólo tenéis que matar lo suficiente -digamos 851 personas- para que el Estado se rinda. Es importante recordar, llegados a este punto, que en España no hay conflicto político. En este país es posible defender cualquier posición política desde una tribuna parlamentaria.
¿Por qué será también inaceptable para ETA? La banda no ve en los presos -y sus familias- más que un problema generador de gastos y conflictos y trata de usarlos ahora como moneda de cambio y, sobre todo, distracción. De hecho, en sus comunicados, lo único que deja claro es que se abre un proceso que debe culminar con sus dos reivindicaciones históricas: un referéndum y la subsiguiente autodeterminación -léase independencia- de Euskal Herria, en la que incluyen, contra su ya expresada voluntad en numerosas ocasiones, a Navarra y otros territorios. ¿Está usted dispuesto a aceptar esto ? España está claro que no. ¿Qué ocurriría si no se les concede esta pretensión?
Mucho me temo, y se lo digo con tanto dolor como respeto, que está intentando utilizar a ETA. para llevar a cabo la plasmación de su obsesión republicana. Nos está intentado llevar a un punto en que la aceptación del País Vasco como una nación para su posterior independencia sea aceptable a cambio de alcanzar la tan ansiada paz. Para eso, señor presidente, para ceder a las pretensiones de los terroristas, no hace falta ser ningún genio, lo podría haber hecho cualquiera. Lo difícil es mantener la paz por los cauces democráticos y no ceder al chantaje del terror.
Es cada vez más evidente que usted desprecia el acuerdo alcanzado en 1978 y que no lo considera legítimo al haber sido dirigido por hombres que nacieron, se criaron -sin negarlo- en el franquismo y no pertenecieron a la izquierda. Pero no olvide que aquella Transición se hizo también con los suyos. Fue fruto del consenso.Algo que no puede decirse ahora de sus actuaciones, que siempre dejan fuera, al menos, a una mitad de los españoles. Por otro lado, el propio Otegi ha confirmado que su fortaleza reside en haberse cargado la Transición. Eso no es paz por presos, es estar convencido de que a usted «le van a sacar algo más». Ese «algo más» es lo que nos preocupa al resto de los españoles que consideramos que toda legitimación política en nuestro país tiene su origen y fundamento en la Constitución de 1978. Es una muy curiosa y alarmante confluencia de intereses la que parece darse entre usted y Otegi.
Señor presidente, se lo diré muy claro: da la impresión de que está usted intentando imponernos a todos los españoles una república federal -o algo parecido que nunca aclara- por la vía de los hechos consumados sin pasar ese proyecto por las urnas. Sé que le importará poco, pero le digo que yo disiento; que no tiene ni mandato electoral, ni derecho para llevar a cabo tales reformas.Siento mucho decirle que es muy difícil creer lo que nos dice, ya que, hasta ahora, ha sido siempre desmentido por los hechos.Nos ha venido ocultando la verdad en cuestiones fundamentales durante mucho tiempo y nada indica que esto vaya a cambiar.
Como le decía al comienzo, hay mucha gente que, aún siendo muy desconfiada, está deseosa de creerle y esperanzada. Quieren creer que la unidad de España no está amenazada y que el final de la violencia se alcanzará sin pagar un precio político. Mucho me temo que, a estas alturas, usted ya sabe que eso es imposible si no hay una derrota policial y judicial por medio.
Créame, me encantaría estar equivocado y tener que rectificar.
Adolfo Suárez Illana es abogado e hijo del ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez
01/05/2006 - ADOLFO SUAREZ ILLANA, EL MUNDO
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