jueves, mayo 18, 2006

Con cuatro millones de firmas y diez millones de votos es difícil estar solo


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El pasado martes, Mariano Rajoy defendió en el Congreso la proposición no de Ley en la que el PP pedía la celebración de un referéndum sobre los cambios en el modelo de Estado. No se trataba de una propuesta más, porque además de ser el tema central de la Legislatura, la iniciativa llegó al Congreso avalada por más de cuatro millones de firmas.

Cuatro millones de españoles que pedían, con su rúbrica, que se tuviese en cuenta su opinión. En democracia, las reglas del juego las marcan los ciudadanos. Ese era precisamente el mensaje de la campaña de recogida de firmas: no se puede cambiar la base de nuestro sistema político, el modelo territorial, sin escuchar a los ciudadanos.

La iniciativa fue rechazada, entre graves descalificaciones, por el resto de grupos de la Cámara, que prefirieron mantener sus calendarios de reformas a escuchar la voz de la calle. La conclusión a la que llegaron quienes no querían que prosperase la proposición fue nuevamente que el PP se había quedado solo.

La soledad, para ellos, la marca la falta de apoyo de algún grupo político cuya representación no excede el territorio de una Comunidad Autónoma. Ignoran, con ello, un apoyo de cuatro millones de ciudadanos que libre y pacíficamente se han acercado a expresar su opinión a las mesas de firmas y sedes del PP. Omiten también que el PP, que cuando gobernó lo hizo para todos, representa, ahora en la oposición, a diez millones de personas que le votaron en el peor momento posible. Es, por tanto, mucho lo que ignoran y demasiado lo que omiten. Muchos a los que ignoran y demasiados a los que omiten.

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