Rafael L. Bardají
2 de Marzo de 2006
(Publicado en La Gaceta de los Negocios, 2 de marzo de 2006)
El Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos lo creamos para que España contase con una fundación privada con la masa crítica presupuestaria e intelectual como para compararse a otras instituciones similares en el extranjero. El empuje político que daba la presencia de cuatro ministerios arrastró a un número nada despreciable de empresas que se convirtieron en sus patronos. Eso causó un gran revuelo en otras asociaciones e institutos que vieron en el Elcano y sus casi tres millones y medio de euros de presupuesto anual un rival demasiado potente y que amenazaría su propia existencia. Nada más equivocado.
El dinero le habrá dado muchas posibilidades al Elcano, pero no le ha traído su liderazgo. Basta con darse un paseo por Alexa, el medidor de Microsoft para la world wide web, para comprobarlo. Hay muchas formas de disfrazar los datos en los contadores oficiales de cada sitio, como por ejemplo, tomar cada visita como una entrada distinta a pesar de que se realice desde el mismo ordenador en un periodo breve (y yo recuerdo algún investigador del Elcano visitando sus propios artículos constantemente para subir su “cotización” personal, como si eso no quedase debidamente registrado), pero si aplicamos un simple cálculo como es el número de ITP, esto es, de ordenadores distintos que entran cada día y lo dividimos por el presupuesto del instituto, resulta que no siempre a más dinero, mejor posición. Al contrario, al Elcano cada entrada le sale por 4’44 euros, cuarenta veces más que por ejemplo la cifra de 0’10 euros que le sale al GEES. Quien, dicho sea de paso, tiene 30 veces menos presupuesto que el Elcano.
¿El secreto? De un think-tank, esto es, una organización para el pensamiento, se espera que tenga ideas originales y llamativas. Y también que tengan que ver con los problemas del momento y la forma de resolverlos. Si se queda instalado en lo políticamente correcto o se juzga que lo que hace y piensa está orientado simplemente a agradar al poder, pierde credibilidad. El Real Instituto Elcano pasó por una crisis tras la salida forzada de su anterior dirección de la que todavía no se ha recuperado en términos de audiencia. Sus actuales responsables puede muy bien que se contenten con las dos mil visitas de media que reciben a diario, pero eso no es nada si se tiene presente el amplio espectro de temas que abarca y los medios con los que cuenta. Más de dos mil visitas las tiene el GEES que no es nada institucionalmente comparado con el Real Instituto. Y es que no se debe dar gato por liebre. La polarización política vuelve muy difícil la vida de un organismo que aspiraba a ser bipartidista. Lo vivimos durante la crisis de Irak y el chantaje a que nos sometió la izquierda del Instituto. Pero el problema actual, cuando el gobierno prefiere cualquier otro socio antes que pactar con el PP, ya no es ese, sino el sectarismo. Y cuando prima el sectarismo interno y externo –como se ha puesto de manifiesto en el reguero de despidos de personal del Elcano- es la credibilidad de la institución lo que se resiente. De momento el Elcano sigue navegando, hacia dónde y hasta cuándo está por ver. Los cadáveres en el camino le vuelven más vulnerable no más fuerte y hay mucho depredador en su mar al que se le hace la boca agua viendo el lamentable espectáculo.
2 de Marzo de 2006
(Publicado en La Gaceta de los Negocios, 2 de marzo de 2006)
El Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos lo creamos para que España contase con una fundación privada con la masa crítica presupuestaria e intelectual como para compararse a otras instituciones similares en el extranjero. El empuje político que daba la presencia de cuatro ministerios arrastró a un número nada despreciable de empresas que se convirtieron en sus patronos. Eso causó un gran revuelo en otras asociaciones e institutos que vieron en el Elcano y sus casi tres millones y medio de euros de presupuesto anual un rival demasiado potente y que amenazaría su propia existencia. Nada más equivocado.
El dinero le habrá dado muchas posibilidades al Elcano, pero no le ha traído su liderazgo. Basta con darse un paseo por Alexa, el medidor de Microsoft para la world wide web, para comprobarlo. Hay muchas formas de disfrazar los datos en los contadores oficiales de cada sitio, como por ejemplo, tomar cada visita como una entrada distinta a pesar de que se realice desde el mismo ordenador en un periodo breve (y yo recuerdo algún investigador del Elcano visitando sus propios artículos constantemente para subir su “cotización” personal, como si eso no quedase debidamente registrado), pero si aplicamos un simple cálculo como es el número de ITP, esto es, de ordenadores distintos que entran cada día y lo dividimos por el presupuesto del instituto, resulta que no siempre a más dinero, mejor posición. Al contrario, al Elcano cada entrada le sale por 4’44 euros, cuarenta veces más que por ejemplo la cifra de 0’10 euros que le sale al GEES. Quien, dicho sea de paso, tiene 30 veces menos presupuesto que el Elcano.
¿El secreto? De un think-tank, esto es, una organización para el pensamiento, se espera que tenga ideas originales y llamativas. Y también que tengan que ver con los problemas del momento y la forma de resolverlos. Si se queda instalado en lo políticamente correcto o se juzga que lo que hace y piensa está orientado simplemente a agradar al poder, pierde credibilidad. El Real Instituto Elcano pasó por una crisis tras la salida forzada de su anterior dirección de la que todavía no se ha recuperado en términos de audiencia. Sus actuales responsables puede muy bien que se contenten con las dos mil visitas de media que reciben a diario, pero eso no es nada si se tiene presente el amplio espectro de temas que abarca y los medios con los que cuenta. Más de dos mil visitas las tiene el GEES que no es nada institucionalmente comparado con el Real Instituto. Y es que no se debe dar gato por liebre. La polarización política vuelve muy difícil la vida de un organismo que aspiraba a ser bipartidista. Lo vivimos durante la crisis de Irak y el chantaje a que nos sometió la izquierda del Instituto. Pero el problema actual, cuando el gobierno prefiere cualquier otro socio antes que pactar con el PP, ya no es ese, sino el sectarismo. Y cuando prima el sectarismo interno y externo –como se ha puesto de manifiesto en el reguero de despidos de personal del Elcano- es la credibilidad de la institución lo que se resiente. De momento el Elcano sigue navegando, hacia dónde y hasta cuándo está por ver. Los cadáveres en el camino le vuelven más vulnerable no más fuerte y hay mucho depredador en su mar al que se le hace la boca agua viendo el lamentable espectáculo.
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