lunes, marzo 13, 2006

Manifestación en Roda de Isábena (Huesca) en protesta por la imposición del catalán


Marcos Pardeiro

Barcelona- Pese a que el nuevo Estatuto de Cataluña todavía no ha entrado en vigor, el deber de conocer el catalán sí que parece haberlo hecho. Incluso el de escribirlo. En Almacelles (Lleida), el Ayuntamiento decidió suspender este fin de semana la presentación de un libro por no estar escrito en catalán. La osadía de haberlo redactado en castellano y en aragonés antiguo, sumada a las presiones de colectivos nacionalistas, provocó que la concejala de Cultura comunicara a Amigos de Tamarite que la exposición de su obra sobre el centenario del canal entre Aragón y Cataluña debía cancelarse. El anuncio se produjo sólo un día antes de la celebración del acto, previsto para la mañana del pasado sábado, y se justificó -únicamente- por el temor a altercados en plena feria del Agua.

Insatisfecho con las explicaciones de la edil, el coordinador de la obra, Julián Nadal, telefoneó al consistorio para hablar con el alcalde, Josep Ibarz (CiU). Tras media hora de conversación, Nadal comprendió que el verdadero motivo era no haber escrito en catalán. «No acepto que nos discriminen por pensar que soy aragonés y hablo aragonés», comentó este historiador afincado en Tamarite (Huesca) y miembro de la Facao, una plataforma cultural que defiende las singularidades de Aragón Oriental y que se opone a la imposición del catalán en detrimento de sus históricas lenguas locales (fragatino y cahapurriau, por ejemplo).

El conflicto lingüístico en esta zona viene de lejos y se agudizó cuando el presidente de Aragón, el socialista Marcelino Iglesias, estudió en la pasada legislatura la posibilidad de hacer el catalán cooficial en la comunidad autónoma. Lo cierto es que un estudio sociolingüístico realizado por la Universidad de Zaragoza puso de manifiesto que la amplia mayoría -un 75 por ciento- de los vecinos de estas comarcas limítrofes con Cataluña (La Litera, Bajo Cinca, Ribagorza, Caspe y Matarraña) rechazaban de plano la cooficialidad del catalán.

Desde 1996, la Facao trata de salvaguardar el patrimonio cultural de la zona. Esta entidad admite que los padres están interesados en que su hijos aprendan el catalán, conscientes de la casi segura posibilidad de que tengan que estudiar o trabajar en Cataluña. Pero, a la vez, censura el intento de que su identidad sea engullida a golpe de talonario -con millonarias
subvenciones de la Generalitat- y, encima, con el visto bueno del Gobierno de Aragón. «Año tras año, y día tras día, hemos de sufrir numerosas acometidas para convencernos de que hablamos en catalán, de que somos de cultura e identidad catalana, de que pertenecemos a esos inventos como los Països Catalans», lamenta el presidente de la Facao, Ángel Hernández, quien observa en la cuestión idiomática un «caballo de Troya» para expandir su pancatalanismo.

El Casal Jaume I de Fraga (Huesca) y la Institución Cultural de la Franja de Ponent son buenos ejemplos del patrocinio de la administración catalana. La última de ellas visitó escuelas de las comarcas orientales de Aragón, promoviendo la lengua catalana y dando a conocer el «Acampallengua». Es habitual ver sus actos trufados de banderas independentistas y de referencias a los «Països Catalans».

El conflicto lingüístico también ha alcanzado la enseñanza. En el pasado curso, el colegio público del municipio oscense de Benabarre permitió que una profesora de música diera sus clases en catalán. Un alumno lo explicó en casa. La madre -que prefiere mantener su nombre en el anonimato- tuvo que
acudir a la dirección provincial de Enseñanza para que un inspector comprobara que el libro de la materia estaba escrito en catalán. Se retiró el texto, pero la maestra siguió con sus lecciones en catalán.

Son muestras de una polémica poco conocida. Entre los vecinos de Aragón Oriental existe la sensación de que se trata de introducir el catalán con calzador y de que se menosprecian sus lenguas locales. Amigos de Tamarite tendrá que conformarse, por tanto, con presentar su obra otro día.

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