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No es que me haya puenteado a mí, dice Sebastián, es que ha puenteado al Presidente. En Moncloa aseguran que el asunto no ha terminado. El rector de la política económica se considera humillado por Montilla en la OPA de E.ON. No sólo no se consensuó el nombramiento con el PP, sino el nombre de Fernández Ordóñez jamás se había barajado en las negociaciones.
La tarde del lunes y mañana del martes resultó de infarto en la cúpula gubernamental. Empezando por el final, debemos concluir que Pedro Solbes le ha echado un pulso a su propio jefe, José Luis Rodríguez Zapatero, cuya valía personal nunca ha tenido en mucho y, por el momento, sólo por el momento, lo ha ganado.
Solbes está cansado de que le ninguneen. Especialmente, quedó muy quemado tras perder la batalla con el titular de Industria, José Montilla, en la mesa del Consejo de Ministros -y antes en al Comisión Delegada- el famoso 24 de febrero, cuando Zapatero le dio la razón a Montilla contra el parecer de Solbes, y ahora resulta que la CNE puede prohibir la OPA de la alemana E.ON.
Días después, en el Congreso, Solbes ya dio muestras de que no aceptaba la derrota ante un subordinado -él es vicepresidente, Montilla sólo ministro- y soltó aquello de que España no puede impedir la entrada de empresas extranjeras. Casi una declaración de guerra al resto del Gabinete.
Pero no había consumido toda su rabia. Y así, sin encomendare a nadie, sin avisar al asesor económico de Zapatero, y si hemos de hacer caso al propio Sebastián, ni al Presidente mismo, hace anunciar por la Cadena SER, un alma amiga, que Miguel Ángel Fernández Ordóñez, su secretario de Estado, el MAFO, se incorpora al Consejo del Banco de España, en sustitución del socialista Juan Muñoz. La SER sigue entonces la vieja máxima de los relaciones públicas norteamericanos (hay que hablar para tontos, porque los listos también lo entienden) y apostilló: es el primer paso para que MAFO se convierta en el gobernador del Banco de España, donde sucederá a Jaime Caruana.
El asunto pilló a todo el mundo de sorpresa. A los interesados, dado que Juan Muñoz no cesa hasta finales de mes, y por el sistema: no hace falta entrar en el Consejo para ser gobernador. Naturalmente, si sólo fuera para quedarse como consejero, está claro que Fernández Ordóñez no hubiera abandonado la Secretaría de Estado de Hacienda.
Solbes tampoco informó al catalán David Vegara, secretario de Estado de Economía, al que considera un hombre de Miguel Sebastián infiltrado en el Ministerio. Tampoco informó a Miguel Arias-Cañete, el representante del primer partido de la oposición con quien estaba dialogado para lograr un mínimo consenso sobre una figura como la del gobernador del regulador.
Por lo general, el Gobierno nombra al Gobernador pero advierte del nombramiento al primer partido de la oposición. Y más, es la oposición quien debe asentir al nombramiento del subgobernador e incluso no pasa nada porque proponga un nombre.
Pues bien, Arias Cañete asegura que, no sólo no se le advirtió de nada sino que de entre todos los nombres barajados, figuraba hasta el del propio Solbes, nunca había salido el de MAFO.
En definitiva, aunque ahora todos hagan leña del árbol caído, que no es otro que Miguel Sebastián, lo cierto es que el gran perdedor ha sido el Presidente del Gobierno, que vive una nueva rebelión en su equipo. Ahora puede hacer dos cosas: o bien aceptar a MAFO y advertir en público que es el personaje idóneo para el cargo (no olvidemos que le apoya Polanco, y esa opinión pesa mucho en el ánimo de Zapatero) o bien atenerse a que ha sido nombrado consejero, pero ese cargo no presupone el de Gobernador.
En Moncloa hay quien dice que el órdago podría tener respuesta. Además, Zapatero ya advirtió en su día a Solbes que no quería prescindir de sus servicios, en otras palabras, que vetaría su paso al banco de España y posterior jubilación.
En cualquier caso, y aunque Zapatero se resigne, no conviene olvidar que entre los escasísimos defectos del presidente del Gobierno se cuenta el ser un poco rencoroso. A Solbes le ha venido muy bien, pero en 2007 todo indica que se acabarán las vacas gordas. Es el momento idóneo para dos cosas: cambiar el equipo económico y provocar que el propio Solbes quiera marcharse.
Eso sí, ya tenemos el primer gobernador con carné. La afiliación socialista de Fernández Ordóñez no le hace más político que a Jaime Caruana, pero no deja de ser un dato para la historia./div>
No es que me haya puenteado a mí, dice Sebastián, es que ha puenteado al Presidente. En Moncloa aseguran que el asunto no ha terminado. El rector de la política económica se considera humillado por Montilla en la OPA de E.ON. No sólo no se consensuó el nombramiento con el PP, sino el nombre de Fernández Ordóñez jamás se había barajado en las negociaciones.
La tarde del lunes y mañana del martes resultó de infarto en la cúpula gubernamental. Empezando por el final, debemos concluir que Pedro Solbes le ha echado un pulso a su propio jefe, José Luis Rodríguez Zapatero, cuya valía personal nunca ha tenido en mucho y, por el momento, sólo por el momento, lo ha ganado.
Solbes está cansado de que le ninguneen. Especialmente, quedó muy quemado tras perder la batalla con el titular de Industria, José Montilla, en la mesa del Consejo de Ministros -y antes en al Comisión Delegada- el famoso 24 de febrero, cuando Zapatero le dio la razón a Montilla contra el parecer de Solbes, y ahora resulta que la CNE puede prohibir la OPA de la alemana E.ON.
Días después, en el Congreso, Solbes ya dio muestras de que no aceptaba la derrota ante un subordinado -él es vicepresidente, Montilla sólo ministro- y soltó aquello de que España no puede impedir la entrada de empresas extranjeras. Casi una declaración de guerra al resto del Gabinete.
Pero no había consumido toda su rabia. Y así, sin encomendare a nadie, sin avisar al asesor económico de Zapatero, y si hemos de hacer caso al propio Sebastián, ni al Presidente mismo, hace anunciar por la Cadena SER, un alma amiga, que Miguel Ángel Fernández Ordóñez, su secretario de Estado, el MAFO, se incorpora al Consejo del Banco de España, en sustitución del socialista Juan Muñoz. La SER sigue entonces la vieja máxima de los relaciones públicas norteamericanos (hay que hablar para tontos, porque los listos también lo entienden) y apostilló: es el primer paso para que MAFO se convierta en el gobernador del Banco de España, donde sucederá a Jaime Caruana.
El asunto pilló a todo el mundo de sorpresa. A los interesados, dado que Juan Muñoz no cesa hasta finales de mes, y por el sistema: no hace falta entrar en el Consejo para ser gobernador. Naturalmente, si sólo fuera para quedarse como consejero, está claro que Fernández Ordóñez no hubiera abandonado la Secretaría de Estado de Hacienda.
Solbes tampoco informó al catalán David Vegara, secretario de Estado de Economía, al que considera un hombre de Miguel Sebastián infiltrado en el Ministerio. Tampoco informó a Miguel Arias-Cañete, el representante del primer partido de la oposición con quien estaba dialogado para lograr un mínimo consenso sobre una figura como la del gobernador del regulador.
Por lo general, el Gobierno nombra al Gobernador pero advierte del nombramiento al primer partido de la oposición. Y más, es la oposición quien debe asentir al nombramiento del subgobernador e incluso no pasa nada porque proponga un nombre.
Pues bien, Arias Cañete asegura que, no sólo no se le advirtió de nada sino que de entre todos los nombres barajados, figuraba hasta el del propio Solbes, nunca había salido el de MAFO.
En definitiva, aunque ahora todos hagan leña del árbol caído, que no es otro que Miguel Sebastián, lo cierto es que el gran perdedor ha sido el Presidente del Gobierno, que vive una nueva rebelión en su equipo. Ahora puede hacer dos cosas: o bien aceptar a MAFO y advertir en público que es el personaje idóneo para el cargo (no olvidemos que le apoya Polanco, y esa opinión pesa mucho en el ánimo de Zapatero) o bien atenerse a que ha sido nombrado consejero, pero ese cargo no presupone el de Gobernador.
En Moncloa hay quien dice que el órdago podría tener respuesta. Además, Zapatero ya advirtió en su día a Solbes que no quería prescindir de sus servicios, en otras palabras, que vetaría su paso al banco de España y posterior jubilación.
En cualquier caso, y aunque Zapatero se resigne, no conviene olvidar que entre los escasísimos defectos del presidente del Gobierno se cuenta el ser un poco rencoroso. A Solbes le ha venido muy bien, pero en 2007 todo indica que se acabarán las vacas gordas. Es el momento idóneo para dos cosas: cambiar el equipo económico y provocar que el propio Solbes quiera marcharse.
Eso sí, ya tenemos el primer gobernador con carné. La afiliación socialista de Fernández Ordóñez no le hace más político que a Jaime Caruana, pero no deja de ser un dato para la historia./div>
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