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El Partido Popular, más aislado que nunca. El PSOE ya prepara sus concesiones a la banda terrorista a cambio de la paz: amnistía encubierta de presos, con acercamientos o deportaciones, reconocimiento de Euskadi como nación y, a medio plazo, Navarra. Presión para el juez Grande-Marlaska, de quien depende que Otegi vaya a prisión
Lo lleva persiguiendo desde que comenzó la legislatura, una legislatura, además marcada por el empeño permanente en desdecir un hecho incontrovertible: que el PSOE llegó al poder gracias a los 192 cadáveres del 11-M. la retirada de las tropas de la posguerra iraquí. Por eso, para apaciguar al terrorismo islámico los estrategas de La Moncloa inventaron la alianza de civilizaciones, y para demostrar su empeño en la lucha contra la violencia etarra lanzaron el proceso de pacificación de Euskadi, que hasta en el nombre se parece extraordinariamente al término “normalización” tan utilizado por el PNV y por Arnaldo Otegi
Por cierto, una neonata y modesta publicación, cómo no, en Internet (Navarra Confidencial) se adelantaba -24 horas antes- no sólo a la noticia, sino a casi todos los pormenores de la misma, incluido el problema Otegi.
En cualquier caso, por fin, y tras soportar mil y una humillaciones por parte del abertzalismo vasco, Zapatero ha conseguido lo que pretendía: ETA fórmula una tregua, y esta vez no puede hablarse de una tregua-trampa, cuyo único objetivo era reorganizarse, como ocurrió en 1998. Ahora, el nacionalismo vaco, tanto el violento de Batasuna como el no violento de PNV y EA –el mismo objetivo aunque por distintos medios-
Como les gusta repetir a los dirigentes de Batasuna –y a los de ERC y CIU- “este tío cede”. Ahora, en Moncloa, hay un presidente dispuesto a transigir con tal de permanecer en el cargo.
Al final, toda la precitada estrategia se reduce a la siguiente convicción: sólo el Partido Popular puede quitarnos el poder; por tanto, hay que aislarle, hay que ganar, a cualquier pecio, el favor de las minorías nacionalistas, especialmente la vasca y la catalana, sin enfadar más de lo debido al votante socialista andaluz, y romper cualquier lazo de unión entre el PP y el PNV o CiU. Y Zapatero lo ha conseguido. Ahora el Partido Popular está más aislado que nunca.
Un día después del Estatut, tal y como habían coreado el PSOE y los nacionalistas –primero los catalanes, luego los vascos- ha llegado la tregua de ETA. Un comunicado de la banda anuncia tregua permanente y asegura que quiere la paz.
¿Qué pretende a cambio? La banda, como ERC, lo quiere todo, pero sabe que en el siglo XXI no es posible una secesión en España. No lo admitirían los españoles pero tampoco la Unión Europea.
Lo que se trata es de aplicar el Plan Ibarretxe sólo que ampliado, y que Euskadi cuente con un estado propio, inmerso en una Europa federal, con atribuciones económicas y fiscales plenas así como presencia en las comunidades europea al margen de la diplomacia española. En el fondo, todo el Plan Ibarretxe y toda la “ideología” de ETA pueden resumirse así: España no, Europa sí. De Bilbao a Bruselas sin pasar por Madrid.
A cambio de no asesinar a nadie, y de renunciar al secuestro y a la extorsión económica, sin vencedores ni vencidos, Zapatero está dispuesto a ofrecer lo siguiente. De entrada, una amnistía encubierta de presos, con deportaciones –pagadas, naturalmente- en Hispanoamérica para los etarras con delitos de sangre, estén en la cárcel o huidos en Francia (por supuesto, cesaría la persecución policial) y acercamiento y medidas de gracia para aquéllos que no tengan delitos de sangre o no se les haya podido probar. En segundo lugar, la mencionada soberanía compartida de estado asociado, aunque Zapatero y Rubalcaba intentan reconducir esa situación hacia la fórmula catalana de aceptar que Euskadi es una nación en un rincón del nuevo Estatuto para llamarla comunidad nacional en el resto del articulado. Lo de la autodeterminación es mucho más complicado, porque ni el Tribunal Constitucional que preside una filosocialista como María Emilia Casas, y que el PSOE controla sin problemas, puede encajar la autodeterminación en la Constitución de 1978.
En tercer lugar, la cuestión de Navarra quedaría para el medio plazo. Por ahora, lo que se puede prometer a los terroristas a cambio de que abandonen las armas es la apertura de un diálogo con la creación en una mancomunidad ente Navarra y Euskadi, o al menos, como ya se intentara en el pasado, una mancomunidad panvasquista de municipios. Navarra todavía no puede ser anexionada por la sencilla razón de que los navarros no quieren.
En la ciudadela económica y en la City madrileña lo tienen muy clar Zapatero ha conseguido una gran victoria y el electorado tragará con cualquier cesión si comporta el final de los atentados.
Por cierto, que la tregua impone presión al juez Grande-Marlaska, de quien depende que Otegi entre o no en prisión, una vez supere su delicado estado de salud En cualquier caso, el juez tendrá en contra al fiscal general del Estado, Cándido Conde Púmpido, a quien ya ni produce el menor rubor comportarse como un socialista en periodo electoral (como la filípica que dedicaba al líder del PP, Mariano Rajoy, el pasado martes).
El Partido Popular, más aislado que nunca. El PSOE ya prepara sus concesiones a la banda terrorista a cambio de la paz: amnistía encubierta de presos, con acercamientos o deportaciones, reconocimiento de Euskadi como nación y, a medio plazo, Navarra. Presión para el juez Grande-Marlaska, de quien depende que Otegi vaya a prisión
Lo lleva persiguiendo desde que comenzó la legislatura, una legislatura, además marcada por el empeño permanente en desdecir un hecho incontrovertible: que el PSOE llegó al poder gracias a los 192 cadáveres del 11-M. la retirada de las tropas de la posguerra iraquí. Por eso, para apaciguar al terrorismo islámico los estrategas de La Moncloa inventaron la alianza de civilizaciones, y para demostrar su empeño en la lucha contra la violencia etarra lanzaron el proceso de pacificación de Euskadi, que hasta en el nombre se parece extraordinariamente al término “normalización” tan utilizado por el PNV y por Arnaldo Otegi
Por cierto, una neonata y modesta publicación, cómo no, en Internet (Navarra Confidencial) se adelantaba -24 horas antes- no sólo a la noticia, sino a casi todos los pormenores de la misma, incluido el problema Otegi.
En cualquier caso, por fin, y tras soportar mil y una humillaciones por parte del abertzalismo vasco, Zapatero ha conseguido lo que pretendía: ETA fórmula una tregua, y esta vez no puede hablarse de una tregua-trampa, cuyo único objetivo era reorganizarse, como ocurrió en 1998. Ahora, el nacionalismo vaco, tanto el violento de Batasuna como el no violento de PNV y EA –el mismo objetivo aunque por distintos medios-
Como les gusta repetir a los dirigentes de Batasuna –y a los de ERC y CIU- “este tío cede”. Ahora, en Moncloa, hay un presidente dispuesto a transigir con tal de permanecer en el cargo.
Al final, toda la precitada estrategia se reduce a la siguiente convicción: sólo el Partido Popular puede quitarnos el poder; por tanto, hay que aislarle, hay que ganar, a cualquier pecio, el favor de las minorías nacionalistas, especialmente la vasca y la catalana, sin enfadar más de lo debido al votante socialista andaluz, y romper cualquier lazo de unión entre el PP y el PNV o CiU. Y Zapatero lo ha conseguido. Ahora el Partido Popular está más aislado que nunca.
Un día después del Estatut, tal y como habían coreado el PSOE y los nacionalistas –primero los catalanes, luego los vascos- ha llegado la tregua de ETA. Un comunicado de la banda anuncia tregua permanente y asegura que quiere la paz.
¿Qué pretende a cambio? La banda, como ERC, lo quiere todo, pero sabe que en el siglo XXI no es posible una secesión en España. No lo admitirían los españoles pero tampoco la Unión Europea.
Lo que se trata es de aplicar el Plan Ibarretxe sólo que ampliado, y que Euskadi cuente con un estado propio, inmerso en una Europa federal, con atribuciones económicas y fiscales plenas así como presencia en las comunidades europea al margen de la diplomacia española. En el fondo, todo el Plan Ibarretxe y toda la “ideología” de ETA pueden resumirse así: España no, Europa sí. De Bilbao a Bruselas sin pasar por Madrid.
A cambio de no asesinar a nadie, y de renunciar al secuestro y a la extorsión económica, sin vencedores ni vencidos, Zapatero está dispuesto a ofrecer lo siguiente. De entrada, una amnistía encubierta de presos, con deportaciones –pagadas, naturalmente- en Hispanoamérica para los etarras con delitos de sangre, estén en la cárcel o huidos en Francia (por supuesto, cesaría la persecución policial) y acercamiento y medidas de gracia para aquéllos que no tengan delitos de sangre o no se les haya podido probar. En segundo lugar, la mencionada soberanía compartida de estado asociado, aunque Zapatero y Rubalcaba intentan reconducir esa situación hacia la fórmula catalana de aceptar que Euskadi es una nación en un rincón del nuevo Estatuto para llamarla comunidad nacional en el resto del articulado. Lo de la autodeterminación es mucho más complicado, porque ni el Tribunal Constitucional que preside una filosocialista como María Emilia Casas, y que el PSOE controla sin problemas, puede encajar la autodeterminación en la Constitución de 1978.
En tercer lugar, la cuestión de Navarra quedaría para el medio plazo. Por ahora, lo que se puede prometer a los terroristas a cambio de que abandonen las armas es la apertura de un diálogo con la creación en una mancomunidad ente Navarra y Euskadi, o al menos, como ya se intentara en el pasado, una mancomunidad panvasquista de municipios. Navarra todavía no puede ser anexionada por la sencilla razón de que los navarros no quieren.
En la ciudadela económica y en la City madrileña lo tienen muy clar Zapatero ha conseguido una gran victoria y el electorado tragará con cualquier cesión si comporta el final de los atentados.
Por cierto, que la tregua impone presión al juez Grande-Marlaska, de quien depende que Otegi entre o no en prisión, una vez supere su delicado estado de salud En cualquier caso, el juez tendrá en contra al fiscal general del Estado, Cándido Conde Púmpido, a quien ya ni produce el menor rubor comportarse como un socialista en periodo electoral (como la filípica que dedicaba al líder del PP, Mariano Rajoy, el pasado martes).
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