Jorge Martí.- Barcelona
Ha terminado una semana en la que han producido dos sucesos graves: la violación de la independencia del Poder Judicial por obra y gracia de Conde Pumpido y la ruptura de la Nación Española con la aprobación - pírrica en porcentaje - del Estatuto de Cataluña, pero no voy a referirme a ello pues plumas y voces muchísimo mas autorizadas que la mía lo han hecho, lo hacen y lo seguirán haciendo.
Me voy a centrar en algo mas doméstico, para lo cual, en evitación de malas interpretaciones ahora que está tan en boga colgar etiquetas de mojigatería u otros estados de pureza, debo dejar claro que, nunca, renegaré de mi relación de amistad sincera y duradera con una ex-artista de streap-tease; que no me sonrojé, ni me sonrojo, ni me sonrojaré por haber tomado parte en un número de subido tono erótico en una conocida sala de Barcelona y, resumiendo, que no me arrepiento de ninguna de mis andanzas de adolescente, de joven y de mas adulto.
Hecha está salvedad obligada pues, ahora si, ahora voy a hablar de sentimiento de vergüenza; me avergüenzo, como catalán, del aldeanismo casposo que representa la organización, dentro de unos días, del salón del sexo en catalán al amparo de frases tan trascendentes como que "…cada país tiene su propia identidad sexual…." u otra tal como "….un pueblo no está del todo normalizado hasta que no pueda disfrutar del sexo en su propio idioma….".
Pero es que, aparte de avergonzado, me siento preocupado pues, después de esas reflexiones, no se si, para que la relación sexual con mi pareja - por cierto, castellano-parlante - sea totalmente plena y satisfactoria, deberé incorporar a mitad del coito unas estrofas de Mossen Cinto Verdaguer o de Ausias March, o bien si los jadeos, gemidos y demás sonidos que preceden y siguen a un orgasmo, en catalán deben sonar distinto.
En definitiva, que los organizadores del salón en el que, además, se elegirá a miss pubilla y mister pubill mas caliente ¡¡¡¡toma ya!!!!, me han fastidiado la noche. Cuando con cincuenta y varios años, lo consideraba todo aprendido, me encuentro en la necesidad de interesarme por si Caterina Mieras, Consejera de Cultura de la Generalidad, ha lanzado una versión catalana del Kama-Sutra ( el Llit-Sutra en todo caso) o debo dar un repaso al original en sánscrito de Vatsyayana Mallanaga.
Ha terminado una semana en la que han producido dos sucesos graves: la violación de la independencia del Poder Judicial por obra y gracia de Conde Pumpido y la ruptura de la Nación Española con la aprobación - pírrica en porcentaje - del Estatuto de Cataluña, pero no voy a referirme a ello pues plumas y voces muchísimo mas autorizadas que la mía lo han hecho, lo hacen y lo seguirán haciendo.
Me voy a centrar en algo mas doméstico, para lo cual, en evitación de malas interpretaciones ahora que está tan en boga colgar etiquetas de mojigatería u otros estados de pureza, debo dejar claro que, nunca, renegaré de mi relación de amistad sincera y duradera con una ex-artista de streap-tease; que no me sonrojé, ni me sonrojo, ni me sonrojaré por haber tomado parte en un número de subido tono erótico en una conocida sala de Barcelona y, resumiendo, que no me arrepiento de ninguna de mis andanzas de adolescente, de joven y de mas adulto.
Hecha está salvedad obligada pues, ahora si, ahora voy a hablar de sentimiento de vergüenza; me avergüenzo, como catalán, del aldeanismo casposo que representa la organización, dentro de unos días, del salón del sexo en catalán al amparo de frases tan trascendentes como que "…cada país tiene su propia identidad sexual…." u otra tal como "….un pueblo no está del todo normalizado hasta que no pueda disfrutar del sexo en su propio idioma….".
Pero es que, aparte de avergonzado, me siento preocupado pues, después de esas reflexiones, no se si, para que la relación sexual con mi pareja - por cierto, castellano-parlante - sea totalmente plena y satisfactoria, deberé incorporar a mitad del coito unas estrofas de Mossen Cinto Verdaguer o de Ausias March, o bien si los jadeos, gemidos y demás sonidos que preceden y siguen a un orgasmo, en catalán deben sonar distinto.
En definitiva, que los organizadores del salón en el que, además, se elegirá a miss pubilla y mister pubill mas caliente ¡¡¡¡toma ya!!!!, me han fastidiado la noche. Cuando con cincuenta y varios años, lo consideraba todo aprendido, me encuentro en la necesidad de interesarme por si Caterina Mieras, Consejera de Cultura de la Generalidad, ha lanzado una versión catalana del Kama-Sutra ( el Llit-Sutra en todo caso) o debo dar un repaso al original en sánscrito de Vatsyayana Mallanaga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario