jueves, abril 27, 2006

Ministros del humor


de TuSenado.com
Dicen y dijeron


Anda este final de abril muy chistoso. Debe de ser por el ambiente de feria. Tras los sucesivos varapalos judiciales y comunitarios al papel del Gobierno en las sucesivas opas sobre Endesa, Montilla dice que es un chiste que le pidan la dimisión. Y Rajoy, claro, le contesta que lo realmente chistoso es que siga siendo ministro.

Está bien que este mundo de la política, habitualmente tan serio, tan circunspecto, se afloje de vez en cuando el nudo de la corbata o el zapato de tacón. Así que hacemos votos por la extensión de una nueva moda más "casual" entre nuestros hombres y mujeres de Estado, empezando, claro está, por el Gobierno, que es al que siempre le toca dar ejemplo.

Eso sí, hay que tener en cuenta que no todo el mundo está igualmente dotado para el humor. Por eso en el Consejo de Ministros hay de todo. Empezando por el jefe, que ya se encarga de poner el listón bastante alto. ¡Hay que ver lo gracioso que se pone Zetapé cada vez que concede una entrevista o le toca mitinear! Luego están los vicepresidentes. De Solbes se dice que tiene su puntillo, aunque todavía nadie lo ha encontrado. ¿Y Mari Tere? Pues la mujer lo hace lo mejor que puede, pero la verdad es que lo de los chistes no parece que sea su fuerte, lo suyo son más las danzas étnicas.

Pero es que en el humor, como en todo, hay muchos estilos diferentes. Por ejemplo, el del ministro Juanfer, que es un consumado caricaturista. Luego le salen imitadores, incluso dentro de su propia familia, pero ya no son tan graciosos, más bien nada en absoluto.

¿Y que nos dicen de la ministra Trujillo? Eso sí que es tener vis cómica y lo demás son tonterías: recuerden, si no, su famoso sketch de las "kelifinder", que ha dejado tamañito al de Martes y Trece con las empanadillas de Encarna.

También está el humor inteligente, el de doble sentido. Por ejemplo, el del recién desembarcado Rubalcaba, tan irónico que cada vez que habla sabemos que debemos entender exactamente lo contrario de lo que dice.

Y no olvidemos, por supuesto, el clásico género de los imitadores. Por eso es una lástima que se haya marchado Bono: nadie como Bono ha sabido imitar al propio Bono. Además, a él le gusta mucho el contacto directo con el público, por ejemplo en las manifestaciones a las que acude para hacer la imitación de una agresión. Y lo hace tan bien que hasta la policía se lo cree y termina deteniendo a quien no debe.

¡Ah! Y que no se nos olvide la siempre atractiva combinación entre magia y humor, a lo Tamarit. Últimamente el propio Zetapé ha empezado a practicarla. El otro día, sin ir más lejos, ofreció un número de desapariciones: le pidió a Sansegundo, que salía del Congreso con la LOE recién aprobada, que se metiera en una caja, dio unos pases mágicos y, ¡oh, sorpresa!, la ministra se esfumó. Lo único malo es que no volvió a aparecer y Zetapé tuvo que buscarle sustituta.

Sin embargo, por mucho que en el Gobierno se esfuercen, lo cierto es que todavía les falta al auténtico crack, al Ronaldinho del humor. Nos referimos, como todo el mundo ya se habrá imaginado, al inigualable Pepiño Blanco, el hombre que, con su sola presencia, sin necesidad tan siquiera de abrir la boca, es capaz de arrancar las ovaciones más encendidas del público. ¿Se lo imaginan dando una rueda de prensa tras el Consejo de Ministros? Tiembla, Mari Tere.

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