miércoles, abril 12, 2006

Navarra como perversa moneda de cambio


Juan Ramón Corpas Mauleón
EL MUNDO


Navarra es una de las 17 comunidades autónomas que componen la Nación española. Como todas, aporta al conjunto peculiaridades que lo enriquecen y lo completan. Pero a diferencia de las demás, vive en el riesgo de desaparecer como Comunidad Foral y ser absorbida por una de sus vecinas, la comunidad vasca. ¿Por qué caminos se ha llegado a tal despropósito? ¿Es posible que esta posibilidad se consume?

Todos los nacionalismos etnicistas comparten puntos comunes: visión mítica de la historia, utilización política de las lenguas (resumida en el concepto romántico del genio o el espíritu de las lenguas, el célebre Volkgeist, es decir, «una lengua, una nación»), y expansión e irredentismo territorial, (el Anschluss sobre Austria, el derecho dinárico sobre Kosovo ).

El nacionalismo vasco comparte con el nazismo y otros movimientos similares tales características. Y es que, a la manera de Hitler, se ven a sí mismos como asociados de Dios en la tarea de ordenar y perfeccionar la parte de la Humanidad que les importa. Por eso, saben corregir los errores de la Historia o la geografía.Y, cuando se sienten llamados a anexionar un territorio que ni los azares históricos ni la voluntad de las gentes han puesto en sus manos, utilizan cualquier método que está a su alcance: violencia terrorista, intimidación mediática, inmersión lingüística, negociación por la paz lo que sea, con tal de alcanzar la meta que les ha sido asignada en sus sueños proféticos.

La meta del nacionalismo vasco se llama Navarra. Desde su nacimiento como movimiento político nunca ha desviado el punto de mira de esta diana, con varios momentos destacados en la cruzada continua para conquistar su mítica Arcadia originaria.

La primera gran ofensiva fue el intento de conseguir un Estatuto vasco-navarro entre los años 1931 y 1932 que, aunque no produjo el efecto esperado, es un serio aviso de la decisión de no construir una nación vasca sin la participación de Navarra. La negociación política en la Transición es otro importante punto de inflexión.El afán de UCD y PSOE por obtener el apoyo nacionalista para el proyecto constitucional lleva a la concesión de una disposición en la Constitución (Disposición Transitoria cuarta), que abre la puerta a la incorporación irreversible de Navarra a la comunidad vasca. Un hecho sin explicación legal, ni parangón, ni precedentes.Un agravio a Navarra y una dádiva al nacionalismo que éste paga como suele, rechazando la Constitución y exigiendo más.

La presión que no cesa tiene otros puntos calientes. Entre ellos, la creación de un órgano común permanente Navarra-País Vasco, ideado por el PSN y pactado en el gobierno de coalición con los nacionalistas en Navarra en 1995, que se disolvió por corrupción socialista; o el Pacto de Lizarra, que en 1998 intenta cerrar los destinos de Euskal Herria en la Alternativa KAS.
Pero Navarra nunca ha vivido un peligro tan grave como el que vive hoy.
A lo largo de estos años, los nacionalistas han pervertido el lenguaje y lo han sustituido por una jerga política que, alentada, subvencionada y divulgada por su universo ideológico, ha invadido el habla de buena parte de la ciudadanía. Así, palabras como diálogo, paz, libertad, soberanía y democracia, han cambiado su sentido, a la vez que han nacido nuevas expresiones: territorialidad, normalización, el conflicto vasco, ámbito vasco de decisión Su motivación es la de transmitir las consignas nacionalistas.

El éxito de tal corrupción se lee y se escucha estos días: la organización, con el fin de resolver el conflicto, ofrece un alto el fuego. Fruto del diálogo con los socialistas se abre una negociación para alcanzar la paz. A cambio, tras una democrática consulta popular en el ámbito de decisión vasco, se decidirá sobre los temas esenciales: presos, soberanía y territorialidad, es decir, Navarra.

En la negociación, uno de los pagos es la política penitenciaria y otro la legalización de Batasuna antes de las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2007. Poco más se dice, al menos en voz alta, aunque se van conociendo detalles y trapicheos.

Sobre Navarra, el PSOE afirma no haber acordado nada con ETA, aunque es sabido que la exigencia terrorista, supuesta la imposibilidad de una anexión inmediata a Euskadi, pasa por la creación de un nuevo órgano de unión de ambas comunidades. Con el nombre de Dieta, este órgano tendría que acompañarse de una consulta popular también en Navarra.

Tal exigencia se enfrenta a un obstáculo infranqueable. Tanto UPN y CDN, partidos que gobiernan Navarra, como el PSN, se han manifestado siempre contrarios a ningún referéndum que ponga en juego ningún extremo de la identidad navarra.

Sin embargo, se vislumbran detalles que insinúan la dirección que va a tomar el proceso de negociación hacia la normalización y hacia la paz.
Batasuna afirma que «pese a quien pese, Navarra va a ser parte del proceso de soluciones». El PNV anuncia la «creación de una mesa para la normalización, que será sometida después a consulta popular». EA apunta que «la Disposición Transitoria cuarta es el asidero para una salida democrática al conflicto» y propone una Dieta CAV-Comunidad Foral, «propugnando una nación vasca de la que Navarra es parte fundamental, originaria». IU, en la reciente Declaración de Iruña, coincide con los nacionalistas en los objetivos de paz, normalización y diálogo, pero pide también la creación de mesas de diálogo y la convocatoria de referendos vinculantes.

Si todo lo dicho no es suficiente para alterar el régimen de la Comunidad Foral de Navarra, sí podría serlo la actitud de sus fuerzas políticas. El mundo nacionalista se concentra alrededor de una única candidatura, Nafarroa-Bai, con la mira puesta en la codiciada Euskal Herria. Mientras, los partidos de la coalición de Gobierno -UPN y CDN- dejan clara su voluntad de defender una Comunidad Foral autónoma.

El PSN juega a una calculada ambigüedad. Pero destaca la metamorfosis de su secretario político, Carlos Chivite, quien afirma estar dispuesto a promover un referéndum. No resulta creíble ya la existencia de dos facciones ideológicas en el PSN: una vasquista y otra próxima a Redondo Terreros. PSN sólo hay uno.

Singularmente esclarecedor es que destacados representantes del nacionalismo y el socialismo navarro hagan públicas sus posturas ante un posible gobierno tras las autonómicas de 2007. Responsables de Aralar anuncian una alianza entre PSN y Na-Bai, como clave para el cambio político. Mientras, los dirigentes del PSN enuncian sus razones para el optimismo ante un gobierno alternativo con Na-Bai, a quien saludan como clarificador del futuro electoral de Navarra.

Navarra es una comunidad antigua, de identidad rotunda y leal a la Nación española, pero castigada a ser la única en estado transitorio por una normativa que permite que sea engullida por otra. Los navarros han sido siempre claros y se han opuesto con sus votos a la anexión por Euskadi. En este momento del proceso de paz va a producirse una negociación entre los terroristas vascos y el Gobierno de la Nación. Tanto las fuerzas políticas que apoyan a ETA como el resto de los nacionalistas opinan que la cuestión navarra debe negociarse y exigen dos medidas: la creación de una Dieta vasco-navarra y la convocatoria de una consulta popular en los dos ámbitos de decisión (Euskadi y Navarra).
El reparto político tras las elecciones de 2007 va a ser decisivo.Nacionalistas y socialistas se han pronunciado por la formación de un gobierno de coalición que desbanque a la actual mayoría.Los socialistas, por su parte, ya han adelantado una enorme concesión: se han vuelto partidarios de convocar un referéndum.

A la vista de todo ello, la respuesta a la pregunta que se hace EL MUNDO en su editorial del domingo 9 de abril sobre si los socialistas vascos y navarros están dispuestos a pactar con personas como Aoiz o Goirizelaia para alcanzar la anhelada paz, es fácil.Primero, porque el PSN ha pactado ya con ellos la Alcaldía de algunos ayuntamientos navarros. Segundo, porque la partida por la cuestión navarra ya ha empezado a jugarse (no nos engañe que la vicepresidenta De la Vega diga que no seremos moneda de cambio) y basta con mirar la disposición de las piezas socialistas en el tablero, tan bien conciliadas con las piezas nacionalistas, para constatar que todas van dirigidas a dar a Navarra el jaque mate definitivo. Si estas fuerzas llegan a gobernar, la Comunidad Foral estará seriamente amenazada.

Esta cuestión no afecta sólo a los navarros, sino a todos los españoles, pues el Viejo Reino, que ha sido clave en los destinos de España, vuelve a serlo hoy. Si el efecto de dique que Navarra ha sostenido frente a la marea nacionalista se desborda, algo muy grave se habrá quebrado. Y tal vez será imposible de recomponer.

Juan Ramón Corpas Mauleón, consejero de Cultura y Turismo-Institución Príncipe de Viana del Gobierno de Navarra.

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