viernes, abril 07, 2006

Castro se muere


Por Rafael L. Bardají
(Publicado en ABC, 7 de abril de 2006)

Los servicios de inteligencia afirman que Castro está muy grave y que le queda poco tiempo de vida. Aunque uno no debe creerse todo lo que dicen los servicios secretos, la inusual ausencia pública del “comandante” en los últimos tiempos apoyaría la idea de que está en fase terminal. Sea como fuere, la realidad es que las cancillerías de medio mundo se han puesto, frenéticas, a elaborar planes de contingencia para el día después. También la nuestra.

El entorno del ministro Moratinos querría encabezar la reflexión sobre la transición cubana. Uno de los cerebros de la diplomacia española sobre este tema parece ser –o querer ser- nuestro embajador en La Habana, quien ha hecho llegar al ministro español un largísimo telegrama con sus ideas de lo que debe ser la política española hacia la Cuba de los últimos días de Castro. Los casi ciento cincuenta puntos de Carlos Alonso Zaldívar se pueden resumir fácilmente en dos: uno, el principal adversario de los intereses españoles en la Isla es Norteamérica, no la dictadura de Castro; y dos, convendría que España pusiera en práctica una política antiamericana, alimentando incluso las fuerzas anti-imperialistas del interior de la Isla para, llegado el momento, hacer más difícil la penetración americana en Cuba. Es malo que el embajador español en Cuba –alguien quien en plena guerra fría defendía guardar la equidistancia estratégica entre Occidente y la Unión Soviética- no entienda el peso de la geografía y la proximidad de la Isla a la potencia más dinámica del mundo actual, los Estados Unidos frente a la que España como amigo podría hacer mucho, pero como enemigo, la línea de su actual gobierno, no puede hacer nada. Pero es mucho más grave la deriva moral que le lleva a alinearse con los antidemócratas y totalitarios.

La libertad en Cuba es un fenómeno imparable y serán los propios cubanos quienes juzguen a Zaldívar y la línea política que quiere para el gobierno español y que ya ha llevado, de hecho, a que nuestros principales aliados sean ahora Castro y Chávez. Ahora bien, como la Historia nos enseña, la transición a la democracia en la cuba post-Castro difícilmente seguirá los esquemas que se hagan desde despachos oficiales o universitarios. La realidad es siempre mucho más compleja y rica. Hay que evitar, por tanto, ideas rígidas y pensar que los verdaderos actores del cambio son ya hoy caras conocidas. Por eso es muy importante que, en contra de lo que defiende el gobierno español a través de su embajador ante Castro, las democracias liberales apoyen a quienes están dentro de la isla sufriendo el régimen totalitario cubano. Hay que alimentarles y defenderles porque ellos, quienes viven hoy en Cuba, serán los auténticos protagonistas. Pero hay que apoyar a los buenos, no a los malos. Que no nos confunda Zaldívar.

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