martes, febrero 28, 2006

El PP catalán proyecta una «opa amistosa» sobre el partido de Boadella


C. Morodo

Barcelona- La reforma del Estatuto catalán ha generado tensiones y reflexiones estratégicas dentro del PP, tanto en Madrid como en Cataluña. En el plano electoral, los «populares» son conscientes de la difícil situación en Cataluña en la que les deja el río revuelto del Estatut, aunque de él saquen réditos en otras comunidades que puedan compensar esa pérdida, y hay también un temor compartido sobre la amenaza que para sus intereses pueden suponer iniciativas como la plataforma no nacionalista «Ciutadans de Catalunya». Esta plataforma nace con el apoyo de un grupo de intelectuales, cuyo «símbolo» más conocido es el director de «Els Joglars», Albert Boadella, y bajo la bandera de un manifiesto titulado «Por la creación de un nuevo partido político en Cataluña», en el que se comprometían a impulsar una fuerza política de ámbito catalán.

De concretarse este proyecto de partido, en las filas «populares» es mayoritaria la opinión de que ellos resultarían más perjudicados que la izquierda o los nacionalistas, y esto es lo que ha llevado a que en determinados ámbitos se estudien ya posibles estrategias para contrarrestar la aún incipiente amenaza.

Dirigentes de peso en Madrid y también una corriente de los «populares» catalanes avalan la teoría de que convendría empezar a preparar el terreno para favorecer un acercamiento al grupo de Boadella, una especie de opa amistosa que pudiese concluir con la incorporación de independientes de esta plataforma al partido o, como posibilidad maximalista, en una especie de coalición electoral.

Margen de entendimiento. La absorción es una opción descartada en la medida en que las personas vinculadas a esa iniciativa, como también ocurre con Convivencia Cívica Catalana, proceden en buena parte de la izquierda, y, por lo tanto, el PP no tiene coincidencia programática con ellos en cuestiones básicas como la política social o la educación, pero sí en la defensa de España y del modelo de Estado.

En cualquier caso, hay un margen de entendimiento que nace del escoramiento nacionalista del PSC y de la coincidencia de objetivos políticos entre la dirección del Partido Popular en Cataluña y un amplio grupo de intelectuales que se han connotado por criticar la política lingüística de la Generalitat y el despliegue normativo incluido en el proyecto de Estatut catalán.

Dentro del PP catalán hay una corriente que se plantea que para conjurar riesgos futuros es necesario empezar ya a aproximarse, a arropar en sus actos, a la plataforma no nacionalista, al tiempo que se desarrolla un discurso «frontal» y «combativo» que evite perder un protagonismo que sea ocupado por los dirigentes de Convivencia Cívica, entre los que destaca sobremanera el eurodiputado Aleix Vidal-Quadras, o por los impulsores de la plataforma «Ciutadans de Catalunya».

En esta línea, hay quienes plantean, tanto en Madrid como en Cataluña, que para dar encaje al discurso que el partido necesita hacer en el ámbito nacional y el que le conviene desarrollar a Josep Piqué para Cataluña cabría como solución que el dirigente catalán se rodeara de un «número dos» con un perfil españolista, que cubra determinados huecos, y que conforme con él un tándem de cara a las próximas elecciones autonómicas.

A esta idea no se ajusta precisamente quien ahora es su «mano derecha», Francesc Vendrell, que, además, es visto como un escollo por algunos dirigentes del PP catalán para acceder a Piqué. «Esta salida ayudaría a Rajoy y facilitaría también la posición del PP ante el referéndum del Estatut, al tiempo que no obligaría a Piqué a adoptar un discurso que él cree que le puede hacer perder su credibilidad», sentencia un dirigente «popular» con altas responsabilidades en Madrid.

Hay quienes han empezado ya a promover candidatos para ese «número dos» de la lista, como el médico Carmelo González, un padre que se ha dado a conocer en toda España por su batalla a favor de la escolarización en castellano de su hija.

Los «mensajes» a Piqué. Por otra parte, Piqué ya ha mostrado algún síntoma que ha captado los mensajes que le ha mandado el núcleo duro de la dirección popular en Madrid. Cuenta con el apoyo de Mariano Rajoy, tanto por el predicamento intelectual del que goza el ex ministro de Aznar como por el hecho de que la actitud «disidente» contribuye en ocasiones a centrar el mensaje del partido, tanto en Barcelona como en Madrid. Sin embargo, es notorio que molesta su propensión a trasladar a través de sus frecuentes entrevistas en las emisoras catalanas planteamientos que contradicen lo asumido en maitines o en otros órganos del partido.

También perjudica a su imagen entre el electorado del Partido Popular catalán cierta tibieza en la crítica al Estatut o a la política lingüística. En cualquier caso, el último acto de Convivencia Cívica Catalana , contó con una nutrida representación de dirigentes del PP catalán que fueron animados por el propio Piqué a asistir, aún a riesgo de que el encuentro se convirtiera, como así fue, en un pseudo-homenaje a Vidal-Quadras.

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