Amir Taheri
GEES | 17 de Febrero de 2006
"Una bendición de Alá": Así es como han descrito los líderes de Irán la controversia de las viñetas del profeta Mahoma, empezando por el presidente Mahmoud Ahmadinejad.
Un examen más exhaustivo del conflicto, sin embargo, muestra que la sarta de disparates fue lanzada por grupos sunníes-salafíes en Europa y Asia, con Ahmadinejad y su subordinado sirio, el presidente Bashar al-Assad, aprovechando las circunstancias. Alá no tuvo nada que ver con ello.
Para ver cómo se fabricó todo el asunto con el fin de servir a fines políticos concretos, considérese la cronología de los acontecimientos:
Las viñetas fueron publicadas el pasado septiembre y, durante más de tres meses, no levantaron ampollas, a excepción de pequeños grupos militantes salafíes en Dinamarca.
En diciembre, un grupo de musulmanes militantes daneses llenaron sus portafolios de fotocopias de las viñetas y se embarcaron en una gira por capitales musulmanas.
No lograron llegar a Teherán: los iraníes, al ser chi'íes, los vieron como activistas sunníes dedicados con ahínco al engaño. Pero lograron llegar a El Cairo, Damasco y Beirut, y se les permitió enviar emisarios a Arabia Saudí.
El grupo musulmán danés también hizo algo deshonesto — agregó un buen número de viñetas mucho más despectivas del profeta a las 12 publicadas por el periódico Jyllands-Posten, y engañó a sus interlocutores de capitales musulmanas haciéndoles creer que todo había aparecido en prensa danesa.
En El Cairo, la Hermandad Musulmana decía al grupo danés que no era momento para desatar una tormenta por las viñetas. La Hermandad estaba ocupada planificando su estrategia electoral y fingiendo ser un partido político “moderado”. Lo último que quería era ser calificada de fuerza rabiosamente anti-Occidente. Los líderes de la Hermandad sugirieron congelar el tema hasta enero.
Los militantes daneses también recibieron una respuesta negativa de Hamas, el movimiento fundamentalista palestino. Hamas estaba ocupado intentando ganar las elecciones generales, y necesitaba al menos parte del apoyo de la clase media palestina. El consejo de Hamas fue: esperad hasta que hayamos ganado.
Los emisarios encontraron una audiencia más receptiva en Qatar — donde la cadena de televisión vía satélite Al Jazira (propiedad del emir) se especializa en incitar a los musulmanes contra Occidente y la democracia en general. El principal tele-evangelista islamista del canal, Yussuf al-Qaradawi (un predicador egipcio que también es amigo de Ken Livingstone, el alcalde de Londres), se dedicó a fondo a decretar una “fatwa” con el fin de prender la mecha. A continuación movilizó a su red de militantes de la Hermandad Musulmana en Europa para atacar las viñetas y afirmar, falsamente, que las imágenes no están permitidas en el islam, y que el diario danés "había violado el principio absoluto de la Única Verdadera Fe”.
Así el llamamiento a la jihad recibía su presunta luz verde “teológica”. (Irónicamente, la sección de la Hermandad Musulmana encabezada por al-Qaradawi está financiada por la Unión Europea, en calidad de organización no gubernamental).
Mientras los primeros tumultos aparecían en las pantallas de televisión del mundo, Ahmadinejad se dio cuenta de que había una vaca que ordeñar.
Porque está programado que Dinamarca asuma la presidencia del Consejo de Seguridad de la ONU — en el mismo momento en que se espera que la Organización Internacional de la Energía Atómica (IAEA) remita a Irán al Consejo de Seguridad y exija sanciones. ¿Qué mejor, para los propósitos de Teherán, que retratar a Dinamarca como “enemigo del islam” y movilizar la empatía musulmana contra el Consejo de Seguridad?
A fin de recuperar la iniciativa de los grupos sunníes-salafíes, Ahmadinejad ordenó rápidamente la suspensión de los lazos económicos con Dinamarca, retratando así a la República Islámica como el líder del mundo musulmán en la campaña anti-danesa.
Siria fue la siguiente en subirse al carro, de nuevo por motivos de mercenario. Naciones Unidas quiere que el presidente sirio Bashar al-Assad y cinco parientes suyos y ayudantes, incluyendo a su hermano menor, sean interrogados por el asesinato del ex premier del Líbano, Rafiq al-Hariri. (Assad ha intentado negociar la inmunidad para sí mismo y para su hermano a cambio de entregar al resto — pero la ONU no le seguirá el juego). Al igual que con el programa nuclear de Irán, el dossier sirio llegará al Consejo de Seguridad bajo presidencia danesa. Retratar a Dinamarca como “enemigo del profeta” no sería una idea tan mala cuando el Consejo, según se espera, señale a Assad y su régimen como responsables de una cadena de asesinatos políticos, el de Hariri incluido.
La vaca de las viñetas danesas también será ordeñada de otro modo: Teherán y Damasco han lanzado una campaña diplomática encaminada a meter en la agenda del Consejo de Seguridad “proteger a las religiones frente a la blasfemia”. Si eso sucediera, temas tales como la búsqueda de la bomba atómica por parte de Irán o la maquinaria criminal siria en el Líbano serían desbancados, al menos en lo que concierne a la opinión pública mundial.
La gente que ve las noticias de televisión puede pensar que el mundo musulmán entero está ardiendo de ira justificada traducida en “manifestaciones espontáneas”. La verdad es que la gran mayoría de los musulmanes, incluso si se sienten ofendidos por viñetas que no han visto, han permanecido al margen de numeritos callejeros montados por los radicales y los servicios de seguridad iraní y sirio.
La destrucción de las embajadas y consulados daneses y noruegos tuvo lugar solamente en dos localizaciones: Damasco y Beirut. Cualquiera que conozca Siria sabe que no hay manifestaciones espontáneas en esa dictadura. (Incluso así, la policía secreta siria no logró reunir más de un millar de militantes de alquiler). Y el gobierno sirio rechazó la solicitud de la embajada noruega de protección policial adicional. Estaba claro que los sirios querían que las embajadas fueran saqueadas.
Los ataques por encargo en Beirut fueron más cínicos. El Ba'az sirio — que lleva años asesinando, encarcelando o deportando militantes sunníes salafíes — fue transformado de pronto de partido socialista secular radical en “la Vanguardia de la Fe”. La muchedumbre que cometió las atrocidades de Beirut fue transportada en autobús desde Siria y estaba compuesta de militantes de la Hermandad Musulmana a los que nunca se permite manifestarse a iniciativa propia.
Las muchedumbres musulmanas que se han manifestado por las viñetas raramente superaron los pocos centenares; el segmento musulmán de la humanidad se estima en 1,2 billones. Y solamente tres de las embajadas de Dinamarca en 57 países musulmanes han sido atacadas.
El grupo musulmán danés que mintió agregando viñetas que nunca fueron publicadas ha hecho más daño al profeta y al islam que los 12 viñetistas polémicos del Jyllands-Posten.
La lucha entre Dinamarca y sus detractores no es entre Occidente o Islam. Es entre democracia y un movimiento fascista global que se hace pasar por religión.
Amir Taheri es periodista iraní formado en Teherán. Era el editor jefe del principal diario de Iran, el Kayhán, hasta la llegada de Jomeini en 1979. Después ha trabajado en Jeune Afrique, el London Sunday Times, el Times, el Daily Telegraph, The Guardian, Daily Mail, el International Herald Tribune, The Wall Street Journal, The New York Times, The Los Angeles Times, Newsday y el The Washington Post, entre otros. Actualmente trabaja en el semanario alemán Focus, ha publicado más de una veintena de libros traducidos a 20 idiomas, es miembro de Benador Associates y dirige la revista francesa Politique Internationale.
GEES | 17 de Febrero de 2006
"Una bendición de Alá": Así es como han descrito los líderes de Irán la controversia de las viñetas del profeta Mahoma, empezando por el presidente Mahmoud Ahmadinejad.
Un examen más exhaustivo del conflicto, sin embargo, muestra que la sarta de disparates fue lanzada por grupos sunníes-salafíes en Europa y Asia, con Ahmadinejad y su subordinado sirio, el presidente Bashar al-Assad, aprovechando las circunstancias. Alá no tuvo nada que ver con ello.
Para ver cómo se fabricó todo el asunto con el fin de servir a fines políticos concretos, considérese la cronología de los acontecimientos:
Las viñetas fueron publicadas el pasado septiembre y, durante más de tres meses, no levantaron ampollas, a excepción de pequeños grupos militantes salafíes en Dinamarca.
En diciembre, un grupo de musulmanes militantes daneses llenaron sus portafolios de fotocopias de las viñetas y se embarcaron en una gira por capitales musulmanas.
No lograron llegar a Teherán: los iraníes, al ser chi'íes, los vieron como activistas sunníes dedicados con ahínco al engaño. Pero lograron llegar a El Cairo, Damasco y Beirut, y se les permitió enviar emisarios a Arabia Saudí.
El grupo musulmán danés también hizo algo deshonesto — agregó un buen número de viñetas mucho más despectivas del profeta a las 12 publicadas por el periódico Jyllands-Posten, y engañó a sus interlocutores de capitales musulmanas haciéndoles creer que todo había aparecido en prensa danesa.
En El Cairo, la Hermandad Musulmana decía al grupo danés que no era momento para desatar una tormenta por las viñetas. La Hermandad estaba ocupada planificando su estrategia electoral y fingiendo ser un partido político “moderado”. Lo último que quería era ser calificada de fuerza rabiosamente anti-Occidente. Los líderes de la Hermandad sugirieron congelar el tema hasta enero.
Los militantes daneses también recibieron una respuesta negativa de Hamas, el movimiento fundamentalista palestino. Hamas estaba ocupado intentando ganar las elecciones generales, y necesitaba al menos parte del apoyo de la clase media palestina. El consejo de Hamas fue: esperad hasta que hayamos ganado.
Los emisarios encontraron una audiencia más receptiva en Qatar — donde la cadena de televisión vía satélite Al Jazira (propiedad del emir) se especializa en incitar a los musulmanes contra Occidente y la democracia en general. El principal tele-evangelista islamista del canal, Yussuf al-Qaradawi (un predicador egipcio que también es amigo de Ken Livingstone, el alcalde de Londres), se dedicó a fondo a decretar una “fatwa” con el fin de prender la mecha. A continuación movilizó a su red de militantes de la Hermandad Musulmana en Europa para atacar las viñetas y afirmar, falsamente, que las imágenes no están permitidas en el islam, y que el diario danés "había violado el principio absoluto de la Única Verdadera Fe”.
Así el llamamiento a la jihad recibía su presunta luz verde “teológica”. (Irónicamente, la sección de la Hermandad Musulmana encabezada por al-Qaradawi está financiada por la Unión Europea, en calidad de organización no gubernamental).
Mientras los primeros tumultos aparecían en las pantallas de televisión del mundo, Ahmadinejad se dio cuenta de que había una vaca que ordeñar.
Porque está programado que Dinamarca asuma la presidencia del Consejo de Seguridad de la ONU — en el mismo momento en que se espera que la Organización Internacional de la Energía Atómica (IAEA) remita a Irán al Consejo de Seguridad y exija sanciones. ¿Qué mejor, para los propósitos de Teherán, que retratar a Dinamarca como “enemigo del islam” y movilizar la empatía musulmana contra el Consejo de Seguridad?
A fin de recuperar la iniciativa de los grupos sunníes-salafíes, Ahmadinejad ordenó rápidamente la suspensión de los lazos económicos con Dinamarca, retratando así a la República Islámica como el líder del mundo musulmán en la campaña anti-danesa.
Siria fue la siguiente en subirse al carro, de nuevo por motivos de mercenario. Naciones Unidas quiere que el presidente sirio Bashar al-Assad y cinco parientes suyos y ayudantes, incluyendo a su hermano menor, sean interrogados por el asesinato del ex premier del Líbano, Rafiq al-Hariri. (Assad ha intentado negociar la inmunidad para sí mismo y para su hermano a cambio de entregar al resto — pero la ONU no le seguirá el juego). Al igual que con el programa nuclear de Irán, el dossier sirio llegará al Consejo de Seguridad bajo presidencia danesa. Retratar a Dinamarca como “enemigo del profeta” no sería una idea tan mala cuando el Consejo, según se espera, señale a Assad y su régimen como responsables de una cadena de asesinatos políticos, el de Hariri incluido.
La vaca de las viñetas danesas también será ordeñada de otro modo: Teherán y Damasco han lanzado una campaña diplomática encaminada a meter en la agenda del Consejo de Seguridad “proteger a las religiones frente a la blasfemia”. Si eso sucediera, temas tales como la búsqueda de la bomba atómica por parte de Irán o la maquinaria criminal siria en el Líbano serían desbancados, al menos en lo que concierne a la opinión pública mundial.
La gente que ve las noticias de televisión puede pensar que el mundo musulmán entero está ardiendo de ira justificada traducida en “manifestaciones espontáneas”. La verdad es que la gran mayoría de los musulmanes, incluso si se sienten ofendidos por viñetas que no han visto, han permanecido al margen de numeritos callejeros montados por los radicales y los servicios de seguridad iraní y sirio.
La destrucción de las embajadas y consulados daneses y noruegos tuvo lugar solamente en dos localizaciones: Damasco y Beirut. Cualquiera que conozca Siria sabe que no hay manifestaciones espontáneas en esa dictadura. (Incluso así, la policía secreta siria no logró reunir más de un millar de militantes de alquiler). Y el gobierno sirio rechazó la solicitud de la embajada noruega de protección policial adicional. Estaba claro que los sirios querían que las embajadas fueran saqueadas.
Los ataques por encargo en Beirut fueron más cínicos. El Ba'az sirio — que lleva años asesinando, encarcelando o deportando militantes sunníes salafíes — fue transformado de pronto de partido socialista secular radical en “la Vanguardia de la Fe”. La muchedumbre que cometió las atrocidades de Beirut fue transportada en autobús desde Siria y estaba compuesta de militantes de la Hermandad Musulmana a los que nunca se permite manifestarse a iniciativa propia.
Las muchedumbres musulmanas que se han manifestado por las viñetas raramente superaron los pocos centenares; el segmento musulmán de la humanidad se estima en 1,2 billones. Y solamente tres de las embajadas de Dinamarca en 57 países musulmanes han sido atacadas.
El grupo musulmán danés que mintió agregando viñetas que nunca fueron publicadas ha hecho más daño al profeta y al islam que los 12 viñetistas polémicos del Jyllands-Posten.
La lucha entre Dinamarca y sus detractores no es entre Occidente o Islam. Es entre democracia y un movimiento fascista global que se hace pasar por religión.
Amir Taheri es periodista iraní formado en Teherán. Era el editor jefe del principal diario de Iran, el Kayhán, hasta la llegada de Jomeini en 1979. Después ha trabajado en Jeune Afrique, el London Sunday Times, el Times, el Daily Telegraph, The Guardian, Daily Mail, el International Herald Tribune, The Wall Street Journal, The New York Times, The Los Angeles Times, Newsday y el The Washington Post, entre otros. Actualmente trabaja en el semanario alemán Focus, ha publicado más de una veintena de libros traducidos a 20 idiomas, es miembro de Benador Associates y dirige la revista francesa Politique Internationale.
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