Que tozuda es la realidad! Por si no hubiera ya suficientes indicios que relacionaran a ETA con el terrorismo islamista, EL MUNDO revela hoy un nuevo nexo, extraordinariamente relevante, que refuerza la conexión de Abdelkrim Bensmail, el lugarteniente de Allekema Lamari, con la banda terrorista vasca.
A los dos diarios afines a las tesis del Gobierno que publicaron la semana pasada el llamado «informe final» de la Policía Nacional sobre el 11-M, se les escapó un dato muy notable, que ignora la opinión pública y que hoy saca a la luz nuestro periódico: que los agentes que registraron la celda de Bensmail encontraron no sólo los nombres y las direcciones de cuatro sanguinarios etarras, sino además la fórmula de la cloratita con las proporciones exactas que habitualmente utiliza ETA. Ayer mismo, la Policía francesa descubrió un zulo, muy cerca de la frontera española, con 115 kilos de clorato potásico y 20 de azufre, dos de los tres componentes de este explosivo -el otro es el azúcar- cuya fórmula poseía el colaborador de Lamari. Hay que recordar que, de los muertos en Leganés, Lamari era el único con un claro perfil terrorista.
Bensmail no sólo tenía en su poder nombres, teléfonos y direcciones de sanguinarios etarras como Parot e Iragi sino que además disponía del contacto con dos mujeres vinculadas al entorno de la banda, que perfectamente pudieron ser utilizadas como intermediarias. En ese contexto es en el que resulta tan relevante que Bensmail tuviera la fórmula de la cloratita conocida como «80-10-10»; es decir, 80% de clorato potásico, 10% de azufre y 10% de azúcar.
Se trata de un explosivo de producción casera al que suele recurrir ETA cuando no tiene acceso a dinamitas de fabricación industrial como el Titadyn, que tiene que sustraer o comprar en el mercado negro. No es, pues, extraño que la banda terrorista se haya planteado volver a elaborar este explosivo casero tras el incremento de controles en los polvorines a uno y otro lado de los Pirineos.
A la luz de lo que publica hoy EL MUNDO, resulta muy difícil creer en la teoría de una enésima casualidad, pero lo cierto es que la conexión de ETA con los islamistas sigue siendo una de las grandes lagunas de la investigación judicial y policial sobre el 11-M.
Es también especialmente significativo que en ese informe de la Policía Nacional se le comunicara al juez instructor que Bensmail tenía esa fórmula de la cloratita y se le ocultara que se trata de un explosivo muy utilizado por ETA con idéntica composición. ¿Por qué ese empeño de ignorar o menospreciar cualquier posible vínculo con la banda?
La revelación de hoy de EL MUNDO cobra todavía mayor relieve si se repasa el resumen realizado por el propio CNI de una conversación en la cárcel de su agente Fernando Huarte, jefe de seguridad del PSOE en Gijón, con Bensmail. Huarte le dice a Bensmail que es «algo impensable» la conexión entre ETA y los islamistas, y el colaborador de Lamari le responde «justificando y apoyando las reivindicaciones» de la banda.
Parece evidente que hay que investigar estas conexiones, que nadie debería desdeñar si pretende llegar al esclarecimiento del 11-M. Pero hay que ser escépticos sobre la voluntad de los responsables de Interior, que difícilmente van a seguir ahora la pista de Bensmail y la cloratita si antes ocultaron al juez la coincidencia en la tenencia de ácido bórico por parte de ETA y de los islamistas.
A los dos diarios afines a las tesis del Gobierno que publicaron la semana pasada el llamado «informe final» de la Policía Nacional sobre el 11-M, se les escapó un dato muy notable, que ignora la opinión pública y que hoy saca a la luz nuestro periódico: que los agentes que registraron la celda de Bensmail encontraron no sólo los nombres y las direcciones de cuatro sanguinarios etarras, sino además la fórmula de la cloratita con las proporciones exactas que habitualmente utiliza ETA. Ayer mismo, la Policía francesa descubrió un zulo, muy cerca de la frontera española, con 115 kilos de clorato potásico y 20 de azufre, dos de los tres componentes de este explosivo -el otro es el azúcar- cuya fórmula poseía el colaborador de Lamari. Hay que recordar que, de los muertos en Leganés, Lamari era el único con un claro perfil terrorista.
Bensmail no sólo tenía en su poder nombres, teléfonos y direcciones de sanguinarios etarras como Parot e Iragi sino que además disponía del contacto con dos mujeres vinculadas al entorno de la banda, que perfectamente pudieron ser utilizadas como intermediarias. En ese contexto es en el que resulta tan relevante que Bensmail tuviera la fórmula de la cloratita conocida como «80-10-10»; es decir, 80% de clorato potásico, 10% de azufre y 10% de azúcar.
Se trata de un explosivo de producción casera al que suele recurrir ETA cuando no tiene acceso a dinamitas de fabricación industrial como el Titadyn, que tiene que sustraer o comprar en el mercado negro. No es, pues, extraño que la banda terrorista se haya planteado volver a elaborar este explosivo casero tras el incremento de controles en los polvorines a uno y otro lado de los Pirineos.
A la luz de lo que publica hoy EL MUNDO, resulta muy difícil creer en la teoría de una enésima casualidad, pero lo cierto es que la conexión de ETA con los islamistas sigue siendo una de las grandes lagunas de la investigación judicial y policial sobre el 11-M.
Es también especialmente significativo que en ese informe de la Policía Nacional se le comunicara al juez instructor que Bensmail tenía esa fórmula de la cloratita y se le ocultara que se trata de un explosivo muy utilizado por ETA con idéntica composición. ¿Por qué ese empeño de ignorar o menospreciar cualquier posible vínculo con la banda?
La revelación de hoy de EL MUNDO cobra todavía mayor relieve si se repasa el resumen realizado por el propio CNI de una conversación en la cárcel de su agente Fernando Huarte, jefe de seguridad del PSOE en Gijón, con Bensmail. Huarte le dice a Bensmail que es «algo impensable» la conexión entre ETA y los islamistas, y el colaborador de Lamari le responde «justificando y apoyando las reivindicaciones» de la banda.
Parece evidente que hay que investigar estas conexiones, que nadie debería desdeñar si pretende llegar al esclarecimiento del 11-M. Pero hay que ser escépticos sobre la voluntad de los responsables de Interior, que difícilmente van a seguir ahora la pista de Bensmail y la cloratita si antes ocultaron al juez la coincidencia en la tenencia de ácido bórico por parte de ETA y de los islamistas.
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