viernes, junio 30, 2006

El presidente de la claudicación


Ignacio Villa
     
El presidente se ha comprometido a reconocer lo que decidan los vascos sobre su futuro, dando luz verde a la autodeterminación y dinamitando así todos los puentes que lo unían al sentido común, la democracia y la Constitución Se esperaba con cierta ansiedad la comparecencia del presidente del Gobierno en el Congreso para anunciar el inicio de las negociaciones con los terroristas. No lo ha podido hacer peor, no tanto en la estrategia como en la exhibición impúdica de la mentira. Zapatero ha querido engañarnos de principio a fin de su anuncio, como si aquí no pasara nada.

Para empezar, tres incumplimientos sobre tres promesas. Desde el Gobierno habían repetido hasta la saciedad que, antes del inicio de las negociaciones, el presidente acudiría al Congreso para informar a la Cámara sobre esos contactos, que se citaría con anterioridad a la Comisión de Secretos Oficiales y, por último, que se convocaría el Pacto Antiterrorista. Pues bien, nada de eso se ha cumplido. Zapatero ha acudido al Congreso, sí, pero sólo ante los medios de comunicación. Es un gesto de desprecio hacia la soberanía nacional y una demostración clara de que este Gobierno miente por encima de cualquier cosa, sin importarle en absoluto sus efectos. Además, desde Moncloa han tenido la desfachatez de explicar que lo importante era que la comparecencia del presidente fuera en un Congreso entendido en "sentido amplio". Mientras Zapatero hablaba en el palacio de la Carrera de San Jerónimo, los diputados se enteraban desde sus despachos por el circuito cerrado de televisión. En definitiva, una auténtica burla al Parlamento. Y, claro está, el Gobierno ha ignorado la Comisión de Secretos Oficiales y ha desmontado el Pacto Antiterrorista.

Pero, en todo caso, lo más importante de la comparecencia de Rodríguez Zapatero es el anuncio público de la rendición del Gobierno ante las exigencias de los etarras. El presidente se ha comprometido a reconocer lo que decidan los vascos sobre su futuro, dando luz verde a la autodeterminación y dinamitando así todos los puentes que lo unían al sentido común, la democracia y la Constitución.

Tras decenas de años asesinando y matando con la exigencia de la autodeterminación del País Vasco, la banda terrorista ETA se ha encontrado con un presidente que se lo entrega todo como si tal cosa. En una aceptación pública de la rendición, en un acto de irresponsabilidad que sobrepasa cualquier límite, el presidente del Gobierno ha enterrado de un plumazo la defensa de la libertad que millones de españoles han abanderado durante años y ha insultado a las miles de victimas del terrorismo y a sus familias aceptando de forma cobarde las imposiciones de ETA.

Es cierto que todo el aparato mediático del PSOE se ha lanzado a lo loco para intentar amortiguar el impacto ante la opinión pública de la rendición del presidente. Pero da igual: Zapatero ya tiene un hueco en la historia más negra de España. Se ha convertido en el presidente de la rendición y de la cobardía, en el presidente de la claudicación.

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