martes, junio 26, 2007

Unidad de los demócratas, pero sin Zapatero



CANELA FINA

Unidad de los demócratas, pero sin Zapatero

LUIS MARIA ANSON

Lo escribí hace tres años en una canela fina. «Todos los datos que llegan a la mesa de mi despacho y a mi teléfono significan la rendición de Zapatero ante Eta y los independentistas catalanes. Se acabaron las contemplaciones. Hasta ahora me he referido siempre al presidente, por el que siento estima personal, con la consideración que, desde la discrepancia, merece el cargo que ocupa. Desde hoy, no. Se terminó la presunción de inocencia. Se terminaron las contemplaciones».

Zapatero aceptó que el Gobierno y Eta mantuvieran una relación de tú a tú. Internacionalizó el conflicto. Dio el visto bueno a reuniones en un país extranjero entre el Gobierno de España y Eta-Batasuna, con observadores internacionales y actas de copia única, custodiadas al parecer en Suiza. Por pura intuición escribí reiteradamente en esta misma página, tras el atentado de Barajas, que Zapatero seguiría deslizándose por el tobogán de las concesiones, porque estaba aterrado de que la banda hiciera públicos los compromisos contraídos.

Ahora sabemos ya con precisión que el alto el fuego vino precedido de un acuerdo Gobierno-Eta en el que se satisfacían, al menos en parte considerable, las exigencias etarras de la alternativa Kas: autodeterminación, anexión de Navarra, indultos a los presos, liquidación de la ley de Partidos, autorización de funcionamiento a Batasuna, internacionalización de la relación con Eta llevándola al Parlamento europeo, disminución de la actividad policial y un largo etcétera.

Lo que no sabíamos es que el presidente llegó a la ignonimia de pactar con la banda terrorista el texto del discurso que pronunció en el Congreso de los Diputados ante los representantes del pueblo, reconociendo expresamente contra la Constitución el derecho a decidir de los vascos, es decir la autodeterminación, al margen de la voluntad general de todos los españoles. Tampoco sabíamos que en la negociación política Gobierno-Eta se pactó que, si se producía algún atentado durante el alto el fuego, se considerara como un accidente y prosiguieran sin más problemas los contactos. Cuando en varias ocasiones, Zapatero se refirió a los atentados de Eta en general y a la atrocidad de Barajas en particular como «accidentes», todos aceptamos que se trataba de un «lapsus». Pues no, el presidente decía, sumiso, lo que había pactado con Eta. En un artículo caviable «Querían paz, tuvieron indignidad», Pedro G. Cuartango, tras una aleccionadora comparación entre Zapatero-Eta y Chamberlain-Hitler, concluye con la frase célebre de Churchill: «Os han dado a elegir entre la indignidad y la guerra. Habéis elegido la indignidad, pero tendréis también la guerra».

Y bien. Ya sabemos que los textos del alto el fuego y del discurso presidencial se acordaron tras largas negociaciones entre el Gobierno y Eta y que existen actas de esas reuniones. Conocemos, porque la realidad así lo fue demostrando, los compromisos zapatéticos con la banda terrorista. No sabemos si la ruptura de la tregua no ha sido también pactada para facilitar la victoria de Zapatero en las generales tras el descalabro de las municipales. Yo no lo creo, pero analistas muy sagaces, sí.

Y queremos saber. Queremos conocer una a una esas actas de la negociación política entre el Gobierno de España y la banda terrorista Eta. Queremos leer el texto íntegro de cada una de esas actas y saber si hubo además acuerdos subterráneos en los pasillos. Queremos información completa y sin tapujos. Son muchos los dirigentes del PSOE que consideran deber de un partido democrático hacer público todo lo ocurrido para que la opinión ciudadana disponga de una versión correcta y no sólo la de Gara que puede estar, al menos en parte, manipulada.

Estoy de acuerdo, en fin, con Zapatero: la unidad de los demócratas, para combatir a Eta, es imprescindible. Pero sin Zapatero. No vaya a ser que el presidente haya pactado también con Eta, engañar al PP y que se sume al pacto de unidad de los demócratas, para facilitar el trato.

Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española

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