Por GEES
Mientras Zapatero anuncia que va a pactar con ETA y el Gobierno apoya la causa palestina que ayer ejecutó a un colono inocente, la ofensiva del eje socialista-nacionalista en España tiene un nuevo objetivo: la figura de José María Aznar. Demonizado por el frente populista que nos gobierna, aparece frecuentemente en los desvelos diarios de los Llamazares, Zapatero, Blanco o Maragall, a quienes les falta poco para culparle de la eliminación de la selección nacional del Mundial de fútbol.
Es bien conocido que su programa de Gobierno consiste en alejarse obsesivamente de él, aunque a España le cueste hacer el ridículo; desde la Alianza de Civilizaciones, la mendicidad política ante el Vaticano o la Casa Blanca, a la apuesta por una Europa decrépita, Aznar sigue apareciendo en las pesadillas de la progresía en el poder, algo que la moqueta que tanto les gusta no puede solucionar. Cada vez que arrastran la figura de España por el extranjero, la figura del ex presidente reaparece ante ellos para recordarles quienes son y a qué se están dedicando.
Precisamente por eso, el Gobierno de Rodríguez Zapatero y su guardia mediática se han lanzado con todas sus fuerzas, que son muchas, contra la figura del ex presidente. Desde luego que no discuten sus argumentos acerca del terrorismo o el vínculo trasatlántico; ni los escuchan, ni fingen no hacerlo, y probablemente tampoco lo entiendan. Así que prefieren ir por la vía indirecta, y acudir directamente a la descalificación personal y moral, poniendo en marcha el ventilador que también saben manejar.
No es sólo odio sectario lo que el Gobierno de Zapatero muestra hacia su antecesor. La campaña contra Aznar está sustentada en el proyecto político futuro de pactismo con yihadistas y etarras y arrinconamiento de la derecha liberal. Como referente de ésta, acabar con su figura es un primer paso para acabar moralmente con cualquier alternativa liberal-conservadora en España. Destruir el pasado para edificar a sus anchas un nuevo régimen, de la mano de Otegi, Hugo Chávez y los matarifes y dictadores islamistas.
El frente que nos gobierna afirma que no puede vencerse a Txapote, Zawahiri y los suyos, sino que hay que pactar con ellos. Ante esto, el mensaje que antes, durante y después de su presidencia transmite Aznar es claro y rotundo; se puede vencer al terrorismo, sin complejos, con orgullo y a la vista de todos, en Bagdad y en el País Vasco. Frente a ellos, Aznar representa la España liberal y decente que no consiente que se hagan apaños a escondidas con los terroristas y los dictadores. Y lo malo es que no es el único. Por eso mismo no lo pueden soportar.
Mientras Zapatero anuncia que va a pactar con ETA y el Gobierno apoya la causa palestina que ayer ejecutó a un colono inocente, la ofensiva del eje socialista-nacionalista en España tiene un nuevo objetivo: la figura de José María Aznar. Demonizado por el frente populista que nos gobierna, aparece frecuentemente en los desvelos diarios de los Llamazares, Zapatero, Blanco o Maragall, a quienes les falta poco para culparle de la eliminación de la selección nacional del Mundial de fútbol.
Es bien conocido que su programa de Gobierno consiste en alejarse obsesivamente de él, aunque a España le cueste hacer el ridículo; desde la Alianza de Civilizaciones, la mendicidad política ante el Vaticano o la Casa Blanca, a la apuesta por una Europa decrépita, Aznar sigue apareciendo en las pesadillas de la progresía en el poder, algo que la moqueta que tanto les gusta no puede solucionar. Cada vez que arrastran la figura de España por el extranjero, la figura del ex presidente reaparece ante ellos para recordarles quienes son y a qué se están dedicando.
Precisamente por eso, el Gobierno de Rodríguez Zapatero y su guardia mediática se han lanzado con todas sus fuerzas, que son muchas, contra la figura del ex presidente. Desde luego que no discuten sus argumentos acerca del terrorismo o el vínculo trasatlántico; ni los escuchan, ni fingen no hacerlo, y probablemente tampoco lo entiendan. Así que prefieren ir por la vía indirecta, y acudir directamente a la descalificación personal y moral, poniendo en marcha el ventilador que también saben manejar.
No es sólo odio sectario lo que el Gobierno de Zapatero muestra hacia su antecesor. La campaña contra Aznar está sustentada en el proyecto político futuro de pactismo con yihadistas y etarras y arrinconamiento de la derecha liberal. Como referente de ésta, acabar con su figura es un primer paso para acabar moralmente con cualquier alternativa liberal-conservadora en España. Destruir el pasado para edificar a sus anchas un nuevo régimen, de la mano de Otegi, Hugo Chávez y los matarifes y dictadores islamistas.
El frente que nos gobierna afirma que no puede vencerse a Txapote, Zawahiri y los suyos, sino que hay que pactar con ellos. Ante esto, el mensaje que antes, durante y después de su presidencia transmite Aznar es claro y rotundo; se puede vencer al terrorismo, sin complejos, con orgullo y a la vista de todos, en Bagdad y en el País Vasco. Frente a ellos, Aznar representa la España liberal y decente que no consiente que se hagan apaños a escondidas con los terroristas y los dictadores. Y lo malo es que no es el único. Por eso mismo no lo pueden soportar.
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